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En tiempo de los jesuitas había en cada uno de estos pueblos un cura que presentaba el gobernador de Buenos Aires, como vicepatrono de los treinta pueblos, al que daba la colación y canónica institución el obispo de Buenos Aires a los de los diez y siete pueblos del Uruguay, y el del Paraguay a los trece del Paraná.

Por decreto del Vicepatrono, de 1768 volvieron los franciscanos á encargarse de la dirección, contando en el citado año 198 tributos. En 1.794 por disposición del patronato se hizo nuevamente cargo el clero secular contando 360 tributos: hoy tiene 1.847 tributantes de sus 3.549 almas. Se registraron 233 bautizos, 48 casamientos y 81 defunciones. Hay radicados 5 europeos y 8 chinos.

Los compañeros se presentan con la licencia de su provincial y orden del vicepatrono, y mediante ella son admitidos sin hacerles entrega de nada. Hace dudar, y aún dudo, si estos religiosos son ambos curas, o a lo menos si ambos tienen iguales cargas.

La primera iglesia que se erigió, bajo la advocación de Santiago Apóstol, fué construida de caña y nipa, dejando los franciscanos la administración espiritual el año 1696. Por decreto del Vicepatrono se encargaron nuevamente de ella en el año 1768, en cuya época contaba con 410 tributos y una pobre iglesia.

Para el nombramiento del religioso que ha de servir el empleo de cura se guardan las formalidades que previenen las leyes del real patronato, haciendo la nominación el provincial, la presentación el vicepatrono, y dándole la institución el diocesano; pero a los compañeros los nombra el provincial, y con la aprobación y pase del vicepatrono vienen a ocupar su destino, dejando tomada razón en los tribunales de real hacienda para el abono de sus sínodos.

De estos principios nace el que los religiosos compañeros no reconocen superioridad en los curas, ni éstos se atreven a obligarlos y tratarlos como súbditos; de modo que ni unos ni otros conocen superior alguno dentro de esta provincia, porque por parte del real patronato el gobernador y teniente somos solamente unos celadores que debemos avisar al vicepatrono lo que consideremos digno de su noticia, y nada más.