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Don Pedro representaba la paciencia, el humor igual, el respeto silencioso, en aquella casa tranquila y limpia, que únicamente perdía su calma monástica al presentarse el dueño por unos días, entre dos viajes. Cinta se había acostumbrado á las visitas del catedrático. Al marcar el reloj las tres y media presentía sus pasos en la escalera.

Durante el primer siglo de la conquista, embarcábanse los aventureros en los primeros buques que encontraban disponibles, vasos antiguos apenas recompuestos y guiados por cualquier piloto costero que se prestaba a dirigir la expedición. Las administraciones de entonces no conocían la estadística. Además, eran frecuentes los viajes clandestinos, sin papeles.

Venía de completar mi educacion despues de largos viajes por Grecia, Asiria y Persia y me retiraba á mi patria para vivir en ella hasta que Thot me llamase delante de su terrible tribunal. Mas por desgracia mía, al pasar por Babilonia descubrí un terrible secreto, el secreto del falso Smerdis que usurpaba el poder, el temerario mago Gaumata que gobernaba merced á una impostura.

Los viajes á Europa contribuyen también no poco á estrechar estas relaciones, pues en el extranjero sellan su sentimiento patrio los habitantes de las provincias más distantes, desde los marineros hasta los más ricos negociantes, y al espectáculo de las libertades modernas y al recuerdo de las desgracias del hogar, se abrazan y se llaman hermanos.

Miss Gordon necesitaba diariamente el alimento espiritual de la música. Tenía un piano en su salón y un rimero de partituras que la acompañaban en sus viajes. Jaime sentábase junto a ella, frente al teclado, y procuraba seguirla como acompañante en las piezas que interpretaba, siempre del mismo autor, del dios, del único.

Conociolo el Almirante, mandó que tornasen á marcar el Norte en amaneciendo, y hallaron que estaban buenas las agujasLlegando aquí D. Martín Fernández de Navarrete en su obra de Viajes, puso por comentario: «El ingenioso Colón, que fué el primer observador de la variación, procuraba disipar los temores de su gente, explicándoles de un modo especioso la causa de este fenómeno.

Cuatro meses después, el capitán Ferragut estaba en Barcelona. Había hecho durante este tiempo tres viajes á Salónica, y en el segundo tuvo que comparecer ante un capitán de navío del ejército de Oriente. El marino francés estaba enterado de sus expediciones anteriores para el avituallamiento de las tropas aliadas; conocía su nombre, y le miró como un juez que se interesa por el acusado.

Y los estrangeros y los grandes empleados, obsequiados galantemente, escribían despues en sus viajes ó memorias que La Real y Pontificia Universidad de Sto.

Ante ellas el tema resulta inútil e impracticable. ¿Para qué se va a hablar de mujeres? Mejor es hablar con ellas. Los españoles, en cambio, hablan de mujeres como pudieran hablar de viajes: Yo he conocido una mujer una vez... Y viene una descripción que recuerda las descripciones de países exóticos.

Había trasladado cargamentos de chinos de Hong-Kong a San Francisco de California; montañas de trigo de Odessa a Barcelona; recordaba viajes a Australia, a la vela, por el cabo de Buena Esperanza; hacía memoria, con sonrisa pudorosa, de sus juergas de la Habana, en plena juventud, con ciertos marinos rumbosos como nababs y valientes y crueles lo mismo que los aventureros de otros siglos, los cuales, al bajar a tierra, gastaban en unas cuantas noches la ganancia de sus viajes desde las costas de África con la bodega abarrotada de negros.