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Iban mezcladas dos sensaciones: de punzante lástima la una, de terror y repulsión la otra. Quería apartarse espantada de Artegui, y aun se derretían de compasión sus entrañas sólo al mirarlo. La gente salía de misa; vertía el pórtico ondas y ondas humanas, y Lucía, en pie, no acertaba a separarse de aquella catedral, erguida y blanca como una mártir cristiana en el circo.

Contenia cinco naves, la central de trece codos de anchura, las demas de doce, y un patio de cuarenta y tres codos de la algufia á la quiblah, enlosado de mármol rojo, en cuyo centro habia una fuente que vertia sin cesar un agua purísima. Tenia esta mezquita una zoma ó alminar cuadrado de cincuenta codos de altura.

Ha, respondió Candido, es la manía de sustentar que todo está bien quando está uno muy mal. Vertia lágrimas al decirlo contemplando al negro, y entró llorando en Surinam. Lo primero que preguntáron fué si habia en el puerto algun navío que se pudiera fletar para Buenos-Ayres.

A primeros de Noviembre se descubrió un canal que corría de Oriente á Poniente, y sospechando fuese el paso que comunicaba el Atlántico con el mar del Sur, mandó el Almirante fuese de exploradora la San Antonio, cuya nave volvió con la fausta nueva, de que el canal que acababa de recorrer vertía sus aguas en las saladas ondas de los mares que buscaban.

El salió luego y los llamó, y ellos entraron, y su guía les mandó esperar en un pequeño patio ladrillado, que de puro limpio y aljimifrado parecía que vertía carmín de lo más fino.

A cada una, al volverla a su asiento, cansada ya, le dio con efusión el correspondiente y prescrito abrazo, y a las menos serias, algunos pellizcos, aunque esto no forma parte del ceremonial. D. Pedro llevó su galantería hasta el extremo de sacar a bailar a doña Casilda, que no pudo negarse, y que, con sus diez arrobas de humanidad y los calores de Julio, vertía un chorro de sudor por cada poro.

Parece que se ha enredado en esas malezas. Pronto va á desembarazarse, no lo dude usted. A los pocos momentos no sólo fué preciso dudar, sino desesperar. La red de bejucos en que había caído el desgraciado terranova como en una trampa, nacía directamente de un ensanche del pasaje que vertía incesantemente sobre la cabeza de Mervyn, una masa de agua espumante.

Josefina vertía sus ideas en el ánimo de Lázaro como la tierra deja brotar el manantial, confiadamente, sin esfuerzo, y él la escuchaba más cuidadoso de evitarla los errores que de confirmarla las verdades.

La discusión tomaba carácter personal y agresivo; solía esto ocurrir a la hora de la sobremesa; las tazas del café chocaban furiosas contra los platillos; don Manuel, trémulo de coraje, vertía el anisete al llevarlo a la boca; tío y sobrino alzaban la voz mucho más de lo regular, y después de algún descompasado grito o frase dura, había instantes de armado silencio, de muda hostilidad, en que las chicas se miraban y Nucha, con la cabeza baja, redondeaba bolitas de miga de pan o doblaba muy despacio las servilletas de todos deslizándolas en las anillas.

Dando libre expansión a los sentimientos que llenaban su alma, prorrumpía en exclamaciones admirando la Naturaleza, daba gracias a Dios y vertía copioso llanto de gratitud hacia su padre. Era una flor más entre aquellas de que estaba rodeada; un hermoso lirio, humedecido por el beso del rocío.