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Los arroyos y rios que vierte por uno y otro lado la Sierra no llegaban como ahora sin merma á la llanura: recogíase su precioso caudal en acequias para regar las huertas y vergeles, ó en presas para mover molinos y batanes, ó en balsas para otras industrias.

Acaso algún cristiano hecho cautivo en la frontera, de condición noble, o algún caballero de los mal contentos y fugitivos de la corte de Castilla, se paseaban también entre aquella turba, recordando en su corazón las veladas de Sevilla y de Córdoba, y los vergeles y festejos del Guadalquivir.

Por lo demás, puedes poner en el menos valer, en el desprecio, todas las riquezas de tu herencia, y todas las arideces de tus floridos vergeles. Mi dote te hará más rico que todos los monarcas de la Arabia y de la Persia, y sólo consiste en esta llave, este listón y esta mariposa blanca y verde de cachemira.

Y en verdad que solo el terrado de mármol pulido que se elevaba en su alcázar al mediodia dominando sus jardines, los pabellones de oriente y occidente que sobre él descollaban, el salon dorado del pabellon circular que ocupaba el centro; solo las incomparables labores de su arquitectura, la belleza de sus líneas y proporciones, la riqueza de su ornamentacion interior, ya de mármol luciente, ya de oro deslumbrador con columnas de caprichosos jaspes, con pinturas émulas de los mas floridos vergeles; solo su lago de líquida plata, sus cisternas perpétuamente llenas de purísimas aguas, sus preciosas fuentes ornadas de bajo-relieves; cada uno de estos objetos de por hubiera sido suficiente para hacer los palacios de Azzahra superiores á los de Bagdad, Damasco y Constantinopla.

Las malas pasiones son un poderoso auxiliar en la carrera que la juventud de la Academia ha emprendido, o como decía cierto subsecretario amigo mío, «en la política es necesario tener algunas onzas de mala sangreConsuela y ensancha el ánimo un espectáculo semejante. Los vergeles de la política española tienen un vivero en la Academia de Jurisprudencia.

Mientras tanto, los jóvenes esposos se buscaban, se encontraban bien cuando estaban juntos y daban las gracias desde el fondo de su corazón a los que les impedían estar solos. El círculo de amigos que se sentaban alrededor de ellos, abrigaba su amor, como los grandes obreros que rodean los vergeles de Normandía protegen la floración de los manzanos.

¡Dónde estás, dónde estás, amigo mío! Ora acaso gala y brío mostrarás cabe el Elba o Reno frío. Fiera lid, fiera lid y sus azares prefieres, o ir por mares, bravo Cid, a este suelo de azahares. No más ya, no más ya tu mente amada en placer embelesada llorará los vergeles de Granada. Pienso en ti, pienso en ti con dulce empeño cuando el plácido beleño me da, , con tu imagen blando ensueño.

A un lado se levantaban las torres de la Alhambra, y más cerca los chapiteles elevados de Generalif , que reflejaban los rayos del sol, debilitados en las blancas cumbres de Belet y Muley Hacen . Mi padre me dejó solo por aquellos vergeles, que yo recorría desvanecido y soñando en la hora de precipitarme en pos de ti, querido amigo.

Ni la verán ciñendo su alba frente de sampagas, al brillo refulgente de sus ojos obscuros y sombríos. Bella mujer, que en los felices días, como la flor que aroma los vergeles, endulzaras la vida con las mieles de tus eternas y mansas alegrías; Dieron solaz las dulces melodías de tu garganta a los proscriptos fieles, y gozó la fragancia de claveles que de tu dulce cuerpo despedías.

Los matices y variados del Jaragüí y las flores vivísimas de sus huertos y vergeles, eran más desmayados y menos ricos que los colores de las marlotas y capellares de los mancebos, y que las sedas, velos y tocas de las zagalas que acudían en tropel a entrar por la puerta de Elvira para encontrarse en el espectáculo.