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Y entonces este hombre sonrió con una sonrisa divina, y los miró con una mirada dulce, y cogió sus manos, y las estrechaba blandamente contra su pecho. Porque había visto que estos hombres eran sus hermanos y que la verdadera salud estaba en ellosAzorín ha continuado su viaje hacia Petrel. De Elda a Petrel hay media hora; el camino corre entre grata y fresca verdura.

Si el mal gusto se manifiesta en las fuentes que adornan el principal, la pompa y el esplendor de aquella inmensa bóveda de verdura son incomparables. Un vasto salón al aire libre, de mas de 300 metros de longitud y unos 40 de anchura, se extiende al extremo de la calle principal entre ella y el Jenily el Darro. No he visto jamas una basílica de verdura comparable á esa.

El conjunto de la ciudad que se encuentra enclavada entre los arrecifes de la playa, y el extenso monte de verdura que corre de Norte á Sur, á cuya falda termina la línea de construcción es limpio y alegre.

Caminábamos sin ver ni un rayo del sol poniente, bajo bóvedas y pabellones interminables de verdura sombría reposando sobre columnatas colosales de abetos, revestidas de líquenes y musgos. Ningún ruido extraño se mezclaba al eco de las pisadas de nuestros caballos y á ese rumor vago, sin causa visible pero eterno, que es la voz misteriosa de las florestas.

Con frecuencia curvaba jóvenes árboles para formar toldos de verdura o bien los agrupaba en pórticos, colgando de ellos frescas guirnaldas de enredaderas con sus hojas como lanzas de hierro brillantes aún por el rocío. Quizás un día, pensaba, la conduciré bajo mis glorietas, la haré pasar bajo mis bóvedas de flores y la coronaré con mis enredaderas.

El sol reía en la llanura, toda verde, inacabablemente verde, y como cortada en la lejanía por el límite del cielo azul. Algunos animales, en aquel mar de verdura, aparecían como manchitas de color ocre o negro. Mientras su mirada se perdía en la inmensidad de la llanura, empezó a recordar, casi con extrañeza, las circunstancias en que se había comprometido con Muñoz.

La lluvia que acaba de caer va á renacer por todas partes, no en fuentes, sino cambiada por la maravillosa química del suelo, en verdura, en flores y en aromas, para transformar durante algunos días el desierto árido en hermoso prado.

Una gran ventana, que daba a un jardincillo interior, estaba abierta por el calor, y si bien sus hierros eran como la trama de un tejido de rosas-enredaderas y jazmines, todavía por entre la verdura y las flores se abrían camino los claros rayos de la luna, penetraban en la estancia y querían luchar con la luz de la lámpara y de la palmatoria.

En el Bourg la cintura de edificios parece formar un segundo baluarte, como si el de la enorme roca no fuese bastante, baluarte de formas caprichosas, cuya desnudez contrasta con los huertos llenos de verdura que yacen en el fondo del valle y trepan hácia la mitad de la barranca.

La impresión ante el cuadro no tiene aquella intensidad soberana de la que nace bajo el espectáculo de la montaña; el clima, las aguas, la verdura constante, el muelle columpiar de los árboles dan un desfallecimiento voluptuoso, lánguido y secreto, como el que se siente en las fantasías de las noches de verano, cuando todos los sensualismos de la tierra vienen a acariciarnos los párpados entreabiertos...