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Catalina comenzó a hablar lentamente: ¡Doscientos cuarenta hombres! añadió . Son guardias nacionales y soldados... Ya cruzan el foso... Ahora suben por detrás de la media luna... Gaspar habla con Marcos... ¿Qué le dice? La anciana parecía que escuchaba. «¿Vamos pronto, venid pronto... El tiempo vuela... ¡Ya están en la explanada!

Y voy por él. ¡Un manto! ¡una litera! añadió dirigiéndose á una puerta . Después, venid, madre mía; él estará ya aquí. ¡No oís! ¡dueñas! ¡lacayos! Adiós, hija mía, adiós dijo la duquesa viendo que se acercaba gente, y salió. Pronto, doña Inés, mi manto; que pongan una litera al momento repitió con impaciencia doña Clara. Y cinco minutos después, dentro de una litera salía del alcázar la joven.

¡Ahora!... no os ha visto... hay diez personas con ella... Venid a sentaros un momento aquí conmigo. El se vio obligado a sentarse a su lado. Nosotras también partiremos. ¿Vosotras? , hoy recibimos un telegrama de mi cuñado que nos causó mucha alegría.

17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, que el Reino de los cielos se ha acercado. 19 Y les dice: Venid en pos de , y os haré pescadores de hombres. 20 Ellos entonces, dejando luego las redes, le siguieron. 21 Y pasando de allí vio otros dos hermanos, Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en el barco con Zebedeo, su padre, que remendaban sus redes; y los llamó.

Apeóse don Quijote y abrazólos estrechamente; y los mochachos, que son linces no escusados, divisaron la coroza del jumento y acudieron a verle, y decían unos a otros: -Venid, mochachos, y veréis el asno de Sancho Panza más galán que Mingo, y la bestia de don Quijote más flaca hoy que el primer día.

El tranvía ha parado en la esquina.... ¡Si son «las magistradas»! ¡Ay, y también el papá de Andresito, guiando su charrette...! ¡Si parece que se han dado cita! ¡Todos a un tiempo...! ¡Venid, Conchita, mamá! ¡Mirad qué guapo está el señor Cuadros guiando su cochecito! ¡Parece que en toda su vida no haya hecho otra cosa...!

12 Y volvió a enviar al tercero; mas ellos también a éste echaron herido. 13 Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré mi hijo amado; quizás cuando a éste vieren, tendrán respeto. 14 Mas los labradores, viéndole, pensaron entre , diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle para que la heredad sea nuestra.

Otra repitió la reina con acento grave. Es urgente, urgentísimo, que vengáis esta noche; os espero con impaciencia. Nada temáis contando conmigo; atrevéos á todo. Esta noche, á la una, hablaremos más despacio. Venid. MargaritaLa última dijo la reina con acento opaco. «Lo que me pedís es imprudente. Decís que nuestras entrevistas son peligrosas en palacio. Desde el momento conocí el peligro.

8 Los rectos se maravillarán de esto, y el inocente se despertará contra el hipócrita. 9 El justo retendrá su carrera, y el limpio de manos aumentará la fuerza. 10 Pero volved todos vosotros, y venid ahora, que no hallaré entre vosotros sabio. 11 Mis días se pasaron, y mis pensamientos fueron arrancados, los designios de mi corazón.

Venid acá, venid a mis brazos, esperanza del mundo exclamó D. Paco, loco de contento . ¡Si supiera usted cómo está mamá!... ¡Buen susto nos ha dado el picaroncillo!... ¿Pero qué ha sido eso, niño? ¿Estaba usía prisionero? Me cogieron prisionero junto a la ermita dijo D. Diego . ¿Pero estás vivo, Gabriel? ¿Y también, Marijuán?