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Poco importaba el origen del mal: lo interesante era combatirlo y vencerlo, sin optimismos ni pesimismos, llevando como único guía el esfuerzo continuo hacia el mejoramiento. El hombre estaba condenado á hacerlo todo por mismo, sin la esperanza de fantásticas protecciones. El trabajo es su ley. El oficio de ser hombre era glorioso y duro. Sólo podía contar con un apoyo: la Ciencia.

Pero su arrogancia temeraria, que le había hecho embarcarse en buques destinados al naufragio y le empujaba hacia el peligro por el gusto de vencerlo, gritó más alto que la prudencia. «¡En mi patria!... se dijo mentalmente . ¡Querer asesinarme cuando estoy en mi tierra!... Yo les haré ver que soy un español...» Conocía el bar del puerto mencionado por Freya.

La certeza de que la muerte acabaría por vencerlo enardecía a Esteban, haciéndole redoblar los cuidados. Apelaba a la superalimentación como único remedio, y siempre que se aproximaba a Gabriel, era con algo en las manos. Cómete esto.... Bebe lo que te traigo.

Levantó poco a poco entre los dos a la manera de un muro de acero, de una resistencia, de una frialdad impenetrables. Yo me irritaba ante aquel nuevo obstáculo y no podía vencerlo. Trataba nuevamente de hacerme entender: toda inteligencia había cesado. Aguzaba las frases y no llegaban a ella.

Es preciso que usemos de todas nuestras armas decía riéndose Coca, para vencerlo y que quede en casa, contigo, y si no quieres o no puedes, aunque sea conmigo... Dime, Laura, ¿y qué harás para conquistar a ese don Mariano? ¿Yo? contestaba distraída y complacientemente la hermana mayor. Lo que quieras. Le pondré ojitos tiernos... le diré palabras dulces...

Y a pesar de la ruina y destrozo del buque; a pesar del desmayo de la tripulación; a pesar de concurrir en nuestro daño circunstancias tan desfavorables, ninguno de los seis navíos ingleses se atrevió a intentar un abordaje. Temían a nuestro navío, aun después de vencerlo. »Churruca, en el paroxismo de su agonía, mandaba clavar la bandera, y que no se rindiera el navío mientras él viviese.

Ello está entre y no puedo vencerlo. Ya... la historia de siempre. Si me la de memoria... Que quieren sólo a aquel y no pueden desterrarlo del pensamiento, y que patatín y que patatán... En fin, todo ello no es más que falta de conciencia, podredumbre del corazón, subterfugios del pecado. ¡Ay, qué mujeres!

Pero la niña, embargada por la emoción, no sabiendo a qué atribuir aquel despego y queriendo vencerlo a toda costa, próxima a llorar, se echó aún más sobre el regazo y trató de subirse para alcanzar su rostro. Dame un beso, madrina. ¡Quita! ¡Déjame! replicó la dama impidiéndola alzarse. La niña se obstinó. ¿No me quieres? Dame un beso.

Al fin, porque convino así hacerlo, Retíranse los nuestros, que imposible Al bárbaro será en breve vencerlo, Que habita en una tierra muy terrible: Lo que es mas principal para cogerlo, Y es cosa hacedera y muy posible, Prenderles las mugeres, que prendidas Darán en trueco dellas dos mil vidas.

Agradecer y no amar. Es una novela en forma dramática, sólo mediana en su invención y desempeño. Para vencer amor, querer vencerlo. Menos rica en su acción exterior que la mayor parte de las comedias de Calderón, no desmerece, sin embargo, de tan gran maestro por su delicadeza psicológica, y por el conocimiento sorprendente, que revela, de los móviles más recónditos del corazón humano.