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Esta no es noche de sangrías. ¡A casa de Morillo! Señores ... yo quisiera cumplir ... porque ya ven ustedes ... mi profesión. La ciencia es lo primero. No vayas, Calleja. Señores, volveré en seguida. A ver añadió abriendo la puerta de su casa, ciudadana, tráeme las lancetas.

Esto es... esto dijo ella. Y puso delante de los ojos de su marido un papelito amarillo, que decía: Teatro principal. Palco principal, núm. 7. Esto es que vamos al teatro, al palco del Gobernador militar que, como no tiene familia, casi nunca lo ocupa. Conque, hala, tío, a ponerse de tiros largos; y , Bonis, ven acá, te visto en un periquete.

Ven entonces los guerreros de enemigos nube inmensa, llenando apiñada masa toda la tendida cuesta desde donde acaba el llano hasta donde el bosque empieza.

Muchos hombres arruinados ven de pronto en la agricultura un medio de rehacer sus negocios, á pesar de que ignoran lo más elemental para dedicarse al cultivo de la tierra. Este criollo, acostumbrado á una vida de continuos derroches en París y en Buenos Aires, creyó poder realizar el mismo milagro.

En medio de esas ruinas, es fácil observar lo que fué aún recientemente el mismo interior de la roca. Se ven los cristales en todo su brillo: el cuarzo blanco, el feldespato de color de rosa pálido, la mica que finge lentejuelas de plata.

Pero no... mi puñal... esta capa... Es demasiado cierto... ¡al infierno! ¡maldita vieja! yo sabré... La vieja y el idiota habían desaparecido. Kernok, Kernok, abre ya repitió la dulce voz. ¡Ella exclamó , ella aquí! Y se precipitó hacia la puerta. ¡Ven dijo , ven!

Siguió aquel hombre á Quevedo un tanto fuera de la puerta, y cuando de nadie pudieron ser vistos ni oídos, dijo Quevedo: El hidalgo que se esconde entre sombrero y embozo, es mucha cosa mía. ¡Ah!¿es cosa vuestra... ese mancebo?... ¿pero cómo le ha conocido vuesa merced, si ni aun no se le ven los ojos?

En esta parte de las riberas del Mamoré se observa cierta variedad en la vegetacion: de tiempo en tiempo se ven sobresalir entre sus bosques la palma cuchis y las cañas tacuaras, que se presentan algunas veces totalmente aisladas: entre tanto, nada hay allí de tan singular como la sucesion de plantas sobre los terremonteros del rio.

Un año después, al encontrarme en la calle, miraron a todos lados antes de saludarme. Ahora me ven y vuelven la cara siempre que pueden... ¡Lo mismo que si fuesen mallorquines! ¡Casarse!... Esto era para toda la vida.

La escena pasa en el gabinete de don Juan. Las paredes están cubiertas de pinturas, fotografías y grabados que representan retratos de beldades célebres más o menos vestidas, y episodios de amor, donde se ven reproducidas todas las fases de la pasión: mitos sagrados, tradiciones históricas y engendros literarios. Psiquis se quema las alas en la antorcha del divino Eros; la fiel Penélope desteje su labor; el necio Candaules muestra a Gyjes la hermosa desnudez de su esposa Nyssia; Florinda y don Rodrigo, enlazados bajo un naranjo, dan pretexto a la venida del moro; Carlos I y Bárbara de Blomberg se abrazan enamorados y orgullosos, presintiendo que ha de nacer quien venza en Lepanto; la desvergonzada Lozana se deja tentar por un canónigo a quien pide dineros; Felipe II se exalta mirando el ojo sano de la