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Hable usted con mi señora, si le parece bien. La prostituta echó hácia atrás con la velocidad de una carretilla. Yo conté á mi mujer lo sucedido, y mi compañera se sonrió de la manera como una mujer suele sonreirse en tales casos. Paris es la ciudad del coquetismo y de los efectos dramáticos.

La tarde anterior había corrido hacia la capital á toda velocidad del automóvil-lechuza, prestado por su jefe el rector. Los altos señores del gobierno estaban sobre un estrado junto al camino para ver llegar al prisionero, teniendo á sus espaldas todo el vecindario de la capital, un gentío tan enorme que se perdía de vista.

Marchan con gran velocidad, y al pasar por debajo de los puentes del rio, bajan instantáneamente sus chimeneas sin detener la marcha, volviendo á levantarlas inmediatamente despues de cruzar el arco por donde atraviesan.

Un amanecer, á la altura de Lisboa, cuando acababa de dormirse después de haber pasado la noche en el puente, le despertaron los gritos y correteos de la tripulación. Un submarino había surgido á mil quinientos metros y marchaba hacia el Mare nostrum á gran velocidad, temiendo sin duda que el buque mercante intentase escapar.

Vio el portal de la casa de Santa Cruz, y sus miradas se internaron con recelo por aquella cavidad ancha, de estucadas paredes, y alumbrada por mecheros de gas. Ver esto y pararse en firme, con cierta frialdad en el alma, sintiendo el choque interior de toda velocidad bruscamente enfrenada, fue todo uno.

Cuando se reunía Dolorcitas con alguna amiga, entonces yo ya no jugaba: ellas jugaban conmigo. Recuerdo mis conversaciones con Dolores y con una amiga suya, María Jesús; debían ser algo como el juego de un oso con dos mónitas. Las amigas se contaban sus cosas al mismo tiempo, con una velocidad vertiginosa; yo, en cambio, marchaba como una gabarra cargada hasta el tope.

Doña Cristina dió al chauffeur la orden de llegar pronto á Bilbao y el vehículo salió á toda velocidad por entre los tranvías y carruajes que llevaban la gente á Las Arenas. La señora de Sánchez Morueta pensaba en la importancia de la reunión.

Por manera que al pedírsenos 4 de velocidad por ejemplo, no tendríamos mas que tomar una cantidad fija de espacio, y otra cantidad fija de tiempo, que tuviesen entre la relacion de 4 á 1; lo que seria muy fácil, siendo do E y T cantidades absolutas.

Y don Matías seguía así con una velocidad de galápago, hasta contar una anécdota de una vulgaridad aplastante. Como hombre de poca delicadeza natural y de cultura rudimentaria, no era, ni mucho menos, un modelo de discreción, y a veces tenía salidas de patán que le regocijaban muchísimo.

En su fuga encontró otro picador, repitiendo el salto, el bufido y la huida. Luego tropezó con el tercer jinete, el cual, avanzando la garrocha, le picó en el cuello, aumentando con este castigo su miedo y su velocidad.