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En él había un pequeño lecho blanco que respiraba pureza, algunos ricos muebles, y en una de las paredes, un cuadro cubierto con un velo negro. Doña Clara corrió aquel velo, y quedó á la vista de don Juan una dama de cuarenta años, pálida, excesivamente hermosa, y á juzgar por su traje y por su expresión, muy principal dama. Esa era mi madre dijo doña Clara con acento vivamente conmovido.

Un momento después abriose la puerta que comunicaba con la cuadra del baño, y el mancebo vio aparecer a la hermosa morisca, con los cabellos retenidos por linda almadraba de hilo de oro y esmeraldas redondas. Un blanco velo caía desde su cabeza hasta los anchos calzones de verde tafetán, adornados con glandes.

FOIEGRAS DE HÍGADO DE CERDO. Se pica muy menudo un cuarto de kilo de hígado y medio de manteca; se sazona con sal y pimienta molida y se capola muy finamente; se agrega una latita de trufas muy picadas; se coloca en un molde entre el velo del hígado y se cuece al baño maría, metiéndole por último al horno para que termine de hacerse.

Así es que, cuando colocó su estrecha bota en la rueda para apearse, ni siquiera echó una mirada hacia la portezuela donde revoloteaba un velo verde; sino que haraganeó de arriba abajo con aquella indiferencia negligente y de buen tono, que es acaso la característica de los de su clase.

Por otra parte, ella no sale nunca sino á misa de diez, y eso..... con su mamá, que es mucho más austera que su papá. Pero, en fin, va á misa..... «¡Oh sublimidad del Catolicismo! ; la ve durante treinta minutos; pero ¿cómo la ve? A media luz, con un espeso velo echado sobre el rostro, de perfil, de rodillas, con los ojos clavados en el libro..... ¡Pícaro velo! ¡Pobres rodillas de su alma!

Parecíame que el velo de mi mantilla no era bastante tupido para evitar que las gentes leyeran en mi cara lo que me estaba pasando. »Al entrar en la berlina, dije al lacayo en el momento de ir a cerrar la portezuela: » Imperial, 15

Y francamente, una parábola, una alegoría tan continuada, sería insufrible, si no fuese de Goethe. Parecería, además, una puerilidad enojosa y cansada. ¿A qué esas imágenes, esos misterios, ese estilo figurado, para exponer doctrinas? Aunque se ven a las claras bajo el velo trasparente de la alegoría, aún se verán mejor sin ese velo. La poesía se asemeja en esto a la religión.

Con la lucidez de una vidente, vi desarrollarse, sin velo, ante mis ojos, lo que me quedaba de existencia. En lo sucesivo iba a pasar por esta tierra como una muerta, como una muerta iba a tomarle apego a la vida, y como una muerta iba a ver acercarse a la felicidad que, sin embargo, había perdido para siempre. Roberto se adelantó y me besó; le dejé hacer tranquilamente, estaba insensible.

Una ceremonia de este género, una toma de velo debía celebrarse con gran pompa, dentro de poco, en la ciudad de Granada; e Isabel, que no había cumplido todavía el tiempo de noviciado, deseaba obtener una dispensa en favor suyo.

Cuando la alzaron y la transportaron a la cama se le declaró una violenta fiebre que la tuvo postrada muchos días y amenazó su vida. Durante su enfermedad ni Clara ni Tristán ni Visita parecieron por su casa. Sólo Marcela Peñarrubia la veló como una hermana cariñosa.