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Muchos veleros, llamados así por una aleta natatoria que llevan en el lomo y que sacan fuera del agua para que les sirva de vela, pasaban hacia el Nornoroeste, mostrando de cuando en cuando su cuerno óseo, arma formidable de que se sirven con bastante frecuencia. Se parecen al pez-espada, pero su cuerno no es aplanado, sino redondo. Son peces muy grandes, habiéndolos que pasan de doce pies.

Además de esto, las rejas, que sólo dejaban ver la pared de enfrente; la aridez de la ciudad, donde no se encontraba una hoja verde; los aburridos paseos al lado del cura por aquel puerto de aguas muertas que olía a almeja corrompida y sin otros barcos que algunos veleros que llegaban a cargar sal... El día anterior, unos cuantos correazos más fuertes habían acabado con su paciencia. «¡Pegarle a él! ¡Si no fuese un cura!...» Se había fugado, emprendiendo a pie el regreso a Can Mallorquí; pero antes, como venganza, desgarró varios libros que el maestro tenía en gran estima, volcó el tintero sobre la mesa y escribió en las paredes vergonzosas inscripciones, con otras travesuras de mono en libertad.

El número de buques aumentaba considerablemente. Muchos permanecían inmóviles. Los veleros cabeceaban con los trapos caídos a lo largo de los mástiles, en espera de las irregulares palpitaciones del viento. Cuando éste llegaba, movía como un escalofrío las blancas superficies de las arboladuras. Otros, anclados y con los palos desnudos, aguardaban no se sabía qué.

Nuestros peces de los mares fríos y templados son los grandes veleros, los remeros poderosos, los verdaderos navegantes: sus formas prolongadas y esbeltas conviértenles en flechas por su rapidez, pudiendo dar lecciones al mejor constructor de buques. Los hay que tienen hasta diez nadaderas, las cuales, remos ó velas á voluntad, pueden mantenerse abiertas ó á medio plegar.

Los corsarios alemanes se aproximaban á sus presas ostentando banderas neutras para engañarlas y que no huyesen. Los submarinos permanecían ocultos detrás de pacíficos veleros, para surgir de pronto junto á los vapores sin defensa. Los procedimientos más felones de los antiguos piratas habían sido resucitados por la flota germánica. El no temía á los submarinos.

Banderas de todas las nacionalidades ondeaban en las popas de los buques; los nombres más exóticos é impronunciables lucían en sus costados, y entre las chimeneas apagadas y negruzcas, erguían los veleros las esbeltas cruces de sus arboladuras, en el espacio azul.

Al occidente el cordon de cerros ó montañas desnudas de árboles, que determinan el valle marítimo de Valencia, cerrando el horizonte á distancia de seis ó siete leguas. Al oriente el Mediterráneo, azul blanquecino, tranquilo, surcado por los buques, veleros y reflejando magníficamente los resplandores de un sol casi africano.

De los sacos de lona que les servían de maletas sacaban sus trajes del tiempo de paz, cuando trabajaban en los vapores de carga, en los veleros que van á Terranova ó en simples barcas de pesca costera. La cocina estaba repleta á ciertas horas de hombres que escuchaban al viejo.

Un largo remo que sirve de timón y un balancín, compuesto de una ancha tabla que pasa de babor a estribor y que, sobresaliendo mucho de los costados del barco, tiene sus extremos provistos de sendos flotadores que descansan en el agua, completan los menesteres de estos pequeños veleros.

Salís de la estacion, y os hallais de repente, como si os mostrasen una vista de cosmorama, cerca del vasto dique del Comercio, repleto de buques mercantes de todas las naciones, pero principalmente belgas, ingleses y holandeses, cuyas cien banderas hacen un gracioso juego con las chimeneas de los vapores, los mástiles de los buques veleros y el colorido pintoresco y la estructura elegante de los edificios de la ciudad.