United States or French Guiana ? Vote for the TOP Country of the Week !


»Después de pasar una hora junto a la tumba, vuelve a casa, se desayuna, se retira a su despacho y abre los cuadernos en que desde que es hombre viene escribiendo el diario de su vida. En ellos, durante los veinte años que ha vivido Magdalena, no se ha olvidado nunca de apuntar las acciones de su hija juntamente con las suyas, puesto que la vida del uno ha sido la del otro.

Aquí acaba, gran senado, El remedio en la desdicha. El texto que damos es reproducción del que aparece en la "Veinte y una parte verdadera de las comedias del fénix de España Frei Lope Félix de Vega Carpio, del Abito de San Iuan, Familiar del Santo Oficio de la Inquisición, Procurador Fiscal de la Cámara Apostolica, sacadas de sus originales... Año 1635. Con privilegio.

Esta magnífica armazon, de veinte y dos codos de altura hasta su remate, daba su nombre á la parte de fábrica que ocupaba, mas magnífica aun que su contenido y que el nuevo trozo de la nave central que iba desde la antigua hasta la moderna quibla, que era rico en sumo grado por las labores y dorados de sus capiteles y pilastras . La fábrica en que se armaba la Maksurah propiamente dicha formaba en su planta un gran rectángulo partido en tres, casi cuadrados, sobre los cuales se levantaban tres domos bizantinos de peregrina esbeltez.

Y no creas continuó que aquí se despilfarra ni se deja de hacer dinero de todo lo utilizable. El jardín, que tantos años fue de tu familia, lo dio en arrendamiento el cabildo desde la muerte de tu hermano. Veinte duros al año paga tu tía Tomasa para que lo explote su hijo, y eso porque, como sabes, la vieja es gran amiga de Su Eminencia, pues le conoce desde niño.

Veinte años atrás, San Juan era uno de los pueblos más cultos del interior, y ¿cuál no debe de ser la decadencia y postración de una ciudad americana, para ir a buscar sus épocas brillantes veinte años atrás del momento presente? El año 1831 emigraron a Chile doscientos ciudadanos jefes de familia, jóvenes, literatos, abogados, militares, etcétera.

Penetró majestuosamente en su palco la Asamblea, y así que los delegados ocuparon sus asientos, el tumulto se apaciguó como por magia, y cerca de veinte mil personas guardaron silencio religioso.

Su hija se dispone á hacerle el dúo, cuando se oye en el corral un coro de relinchos y un ruido sobre los morrillos, como si avanzaran veinte caballos. ¡Ahí están los ladrones! diría en tal caso un ciudadano alarmado. Pues, no señor, son los marzantes, es decir, dos docenas de mocetones del lugar que andan recorriéndole de casa en casa.

Quince días había vivido sola en poder de criados aquella pobre niña, huérfana y enferma, pues doña Anuncia no se decidió a emprender el viaje de las veinte horas hasta que se le pidió esta obra de caridad en nombre de su sobrina moribunda. Ana estaba ya enferma cuando la sobrecogió la catástrofe. Su enfermedad era melancólica; sentía tristezas que no se explicaba.

Delante de la iglesia, en la plaza de armas, se hallaban parados quince o veinte carros de heridos procedentes de Leipzig y de Hanau. Aquellos desgraciados, pálidos, lívidos, la mirada lúgubre, unos ya amputados, otros que no habían sido curados siquiera, esperaban tranquilamente la muerte.

El anciano escudriñaba todo el salón por ver si quedaba todavía alguna cosa olvidada, hasta que al distinguir los retratos meditó un instante y exclamó: Si su señoría quiere dar estas pinturas, le adelantaremos veinte ducados, y, después, si su señoría quiere habitar otro palacio se las ritornaremos por poco más.