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Ramiro cercó con su brazo el cuello de la niña oprimiéndola con dulzura. Sintió entonces el impulso frenético de poner sus labios sobre los labios de la doncella, de beber y morder en ellos el amor, la lujuria, el delirio, ¡locamente!, y la atrajo por fin hacia él con rabiosa vehemencia. Beatriz lanzó un grito: ¡Alvarez! Uno y otro volvieron el rostro.

Estos hombres se engañan á propios, dijo el médico con alguna más vehemencia de la que le era natural, y haciendo un signo ligero con el dedo índice, temen echarse sobre la ignominia que de derecho les pertenece.

Aquí se ha resuelto el problema sencilla y pacíficamente, gracias al temple democrático de los españoles y a la escasa vehemencia de las preocupaciones nobiliarias. Un gran defecto nacional, la empleomanía, tiene también su parte en esta gran conquista.

»Con la vehemencia con que se toman siempre las grandes resoluciones que pueden fracasar si se meditan mucho, entré en el saloncillo y busqué a don Mauricio, que con otras personas estaba haciendo la tertulia a mi madre en el gabinete frontero al en que yo había conversado con Pepe Guzmán.

El gitano miraba a todos lados con ojos de loco, y acabó por arrojarse a sus pies, agarrándole las manos con suplicante vehemencia. ¡Don Fernando! ¡Su mercé lo puee too!... ¡Su mercé hase milagros, si quiere! Mi prima... mi Mari-Crú... ¡que se muere, don Fernando, que se muere!...

Algunas tradiciones particulares hay entre los Christianos, que tuvieron su principio en algun hecho verdadero, despues tan desfigurado con las añadiduras del Pueblo y con la vehemencia de Escritores poco exâctos, que ya no parecen sino fábulas.

El mutismo del príncipe sirvió para que ella perdiese la nerviosa exaltación que le hacía expresarse con tanta vehemencia. Déjame murmuró dulcemente . ¿De qué modo servirte? Ya no soy una mujer, soy una vieja; tengo tantos siglos como el dolor. necesitas una amante, y yo soy simplemente una madre... una madre con remordimientos.

La Condesa no se atrevió a continuar la conversación, al ver lo exaltado que su hijo se ponía, y la vehemencia con que hablaba en pro de doña Beatriz. Allá, en el fondo de su alma, la Condesa se afligió mucho, imaginando que su hijo no tenía unas relaciones vulgares, un pasatiempo inmoral, pero sin consecuencias, sino una pasión vivísima.

Y tanto lo que creo realizado en , cuanto lo que en no está realizado ni puede realizarse nunca, anhelo yo con vehemencia ponerlo y realizarlo en un ser predilecto, en quien brillen, a par de cuanto hay en de que puedo con razón ufanarme, todas las excelencias y virtudes de que carezco y que no son pocas.

Esta hija de la culpa del padre y la vergüenza de la madre ha venido, enviada por Dios, á influir de varios modos en el corazón de la que ahora con tanta vehemencia y con tal amargura reclama el derecho de conservarla á su lado. Fué creada para una bendición, para la única felicidad de su vida.