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Dice así: En este año acabó Sevilla de reedificar su coliseo, teatro de representar comedias, profano uso; que no ha bastado á desterrar el espíritu de muchos varones grandes; su sitio en la parroquia de San Pedro, próximo á las casas de los Marqueses de Ayamonte, imitación de los teatros romanos, en forma circular, hermosa y desahogada, pero más notable por haber padecido ruinas de fuego y de otros accidentes seis veces hasta esta reedificación; la última cerca del año de 1615, de fuego, representándose comedia de San Onofre, en que sucedieron muchas muertes y desastres, y en que ha querido hallar misterios la observación, aunque menos azaroso el gusto público todos los ha atribuído al acaso, muy posible en lugar de tantos concursos; séptima y lastimosa ruina diremos en los últimos años, y en el presente de 1675 le vemos disponer séptima y no menos suntuosa reedificación.

El marinero que en la cofa estaba Gritó al Corsario que tambien velaba, «Un barco vieneEl se levanta magestuoso y mudo, Y de los vientos al silvido rudo Todo previene. Era francés el buque que venia, Y allá en su mástil ondear se via De Julio el pabellon. Viva la Francia! gritan muchas veces; Vivan los libres! gritan los franceses De noble corazon.

El enano, que á veces fallaba con alguna precipitacion, decidió luego que no habia vivientes en la tierra, y su razon primera fué que no habia visto ninguno.

Se había dejado llevar por Pablo, una docena de veces quizá, a veladas y bailes en los castillos vecinos, de donde traía siempre una impresión de malestar y fastidio. Y de ahí dedujo que esos placeres no se hicieron para él. Sus gustos eran serios y sencillos; amaba la soledad, el trabajo, los largos paseos, los grandes espacios, los caballos y los libros.

Así que, ganando un lugar y deslizándose por aquí, y pasando por acullá, haciéndose el poste a veces, afirmándose otras, y siempre mejorando de puesto, ello es que al fin se puso a tiro silencioso del objeto de su viaje, término y blanco del correo perdido, la hermosa María.

De repente, se adelgazaba, partiendo como un relámpago hacia las alturas, hasta convertirse en un alarido agudo, en un grito que serpenteaba, formando complicados arabescos de salvaje bizarría. Las vulgares coplas, oídas por Rafael tantas veces en sus juergas con las gitanas, parecían nuevas en los labios de María de la Luz.

Hasta entonces los desdenes de Soledad y las humillaciones que le hacía experimentar podían achacarse á su carácter altanero y quizá al deseo de vengarse de las que él le había infligido. Esto las hacía más llevaderas; parecían un castigo justo. Á veces él mismo, acometido de anhelos de adoración, las provocaba, hallando en ellas dulzura exquisita, como los ascetas en sus penitencias.

Hubiera usted hablado antes... Bastante he hablado, picarilla... Pero no como hoy, nunca me dijo usted que era un desaire que yo le hacía y que ya sabían estas señoras el negarme a venir.... ¡Llovía tanto!... Ya sabe usted que a la humedad me mata, la calle mojada me horroriza.... Yo estoy enferma... , señor, a pesar de estos colores y de esta carne, como dice don Robustiano, estoy enferma; a veces se me figura que soy por dentro un montón de arena que se desmorona.... No cómo explicarlo... siento grietas en la vida... me divido dentro de ... me achico, me anulo.... Si usted me viera por dentro me tendría lástima.... Pero, a pesar de todo eso, si usted me hubiese hablado como hoy antes, hubiese venido aunque fuera a nado. , don Fermín, yo seré cualquier cosa, pero no desagradecida. Yo lo que debo a usted, y que nunca podré pagárselo. Una voz, una voz en el desierto solitario en que yo vivía, no puede usted figurarse lo que valía para ... y la voz de usted vino tan a tiempo.... Yo no he tenido madre, viví como usted sabe... no ser buena; tiene usted razón, no quiero la virtud sino es pura poesía, y la poesía de la virtud parece prosa al que no es virtuoso... ya lo ... Por eso quiero que usted me guíe.... Vendré a esta casa, imitaré a estas señoras, me ocuparé con la tarea que ellas me impongan.... Haré todo lo que usted manda; no ya por sumisión, por egoísmo, porque está visto que no disponer de ; prefiero que me mande usted.... Yo quiero volver a ser una niña, empezar mi educación, ser algo de una vez, seguir siempre un impulso, no ir y venir como ahora.... Y además necesito curarme; a veces temo volverme loca.... Ya se lo he dicho a usted; hay noches que, desvelada en la cama, procuro alejar las ideas tristes pensando en Dios, en su presencia. «Si

En esta época el cielo se cubre de parduzcas nubes, que luchando entre , efecto de sus encontrados fluídos, se desgarran con ensordecedor estruendo y continuado relampaguear, sembrando el terror en los habitantes, que á veces perecen á los efectos mortíferos del rayo.

Este diminutivo en los labios de su prometida hacía daño a Tristán. Había estado muchas veces a punto de decírselo; pero sólo ahora a impulsos del desabrimiento que experimentaba se arrojó a hacerlo. ¿Por qué le llamas Nanín? le dijo con aspereza en voz baja. Llámale marqués o Fernando, pues que no es tu pariente ni tu amigo íntimo.