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Y lo mismo que digo de la pesca de los pengüines, digo del gobierno parlamentario; nos están hablando de las bondades del sistema bicamarista... Vean ustedes el resultado que nos ha dado en la nación y en la provincia... Hemos retrocedido, señores, hemos retrocedido veinte años; nuestro primer acto de gobierno debe ser volver a la cámara única y poco numerosa.

Zapato vaquerizo; ceñido y bien cortado pantalón; chaquetilla gentil; sombrero bien ladeado, y joronguillo al hombro. ¡Buena facha! ¡Eso es! ¡Bien plantado! Pero.... ¡Ven, para que te vean tus tías! Echóme el brazo y me condujo hacia la sala. Al entrar exclamó: ¡Aquí está el hombre! Vamos a ver... ¿qué le falta? Tía Pepilla sonreía regocijada. La enferma me veía apenada y triste.

Por vida suya, abuela, que no diga más; que lleva término de alegar tantas leyes en favor de quedarse con el dinero, que agote las de los Emperadores; quédese con ellos, y buen provecho le hagan, y plega a Dios que los entierre en sepultura donde jamás tornen a ver la claridad del sol, ni haya necesidad que la vean.

No hay que ser tan escrupulosas dijo doña Manuela . Todos nos conocen, y porque un día nos vean salir a pie no van a imaginarse que nos falta el carruaje. Vamos, niñas, ¡a paseo! Y salieron de casa con el propósito de ir a cualquier parte menos a la Alameda. Pero el paseo las atraía; no sabían adonde ir, y al fin, insensiblemente, sin ponerse de acuerdo, encamináronse allá.

Porque han de saber ustedes prosiguió después de volver a su asiento , que este periódico ha sido excomulgado desde el altar por don Ventura en misa mayor, con encargo muy encarecido a sus feligreses, de que destruyan cuantos ejemplares lleguen a su poder o vean en el de sus deudos o amigos... Es el demonio el tal Maravillas. ¡Lo que él ha revuelto hoy!

Les largaba dicharachos de los nuestros, con algún que otro pellizco para apreciar la dureza de sus blusas. ¡Cuestión de pasar el rato! Y ellas abrían los ojos y se sonrojaban diciendo: «Ia... Ia...». Le he de llevar a usted mañana, cuando no nos vean. Yo le presentaré: no tenga usted miedo. ¡Si soy lo más amigo!...

¿Qué contribucion? ¡La del monumento! ¿Qué monumento? ¡Toma! el del P. Baltasar ¿no lo sabías? Y ¿quién es ese P. Baltasar? ¡Sopla! ¡pues un dominico! Por eso acuden los Padres á los estudiantes. Anda, ¡larga tres ó cuatro pesos para que vean que somos espléndidos! Que no se diga jamás que para levantar una estátua han tenido que acudir á sus propios bolsillos.

12 y será, que cuando te vean los egipcios, dirán: Su mujer es; y me matarán a , y a ti te darán la vida. 13 Ahora pues, di que eres mi hermana, para que yo halle bien por causa tuya, y viva mi alma por amor de ti. 14 Y aconteció que, cuando entró Abram en Egipto, los egipcios vieron la mujer que era hermosa en gran manera.

Vean ustedes, señoritas: pienso que esa niña no es orgullosa, ni está pagada de ; pienso que no desprecia a nadie, y que, por lo contrario, es muy amable con todos; y de seguro que es incapaz de decir eso que ustedes le atribuyen.... ¡Usted qué ha de decir!... Usted la defiende porque... ¡vaya! ¡porque está usted enamorado de ella! ¿Yo, Teresa? . ¿Quién ha dicho eso?

Decid más bien, que habéis estado muy entretenido. Pero cerrad bien la puerta, padre Aliaga, cerradla bien, que tenemos que hablar cosas que no conviene que las oiga nadie. Dejad, antes es necesario que nos traigan luz; ya ha obscurecido. Y decidme, ¿hay por aquí algún lugar donde yo me obscurezca, de modo que no me vea el que traiga la luz? ¿Y qué os importa que os vean ó no?