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¡Hermosa, , hermosa, majadero! exclamó furioso el señor de las Cuevas. ¿Serás capaz de poner tachas a un ángel? No riñamos por eso. reñiremos... No quiero que vuelvas a hablarme de Cecilia de ese modo... ¡Vaya, vaya! Bien; pues confieso que Cecilia es una chica muy linda... pero... ¿Pero qué? Pero yo no puedo quererla... porque ya quiero a otra.

¿A esto llama usted choza, y están las paredes llenas de santos? Vaya, vaya, usted me perdonará el atrevimiento; pero yo necesitaba hablar con usted, y pensé que almorzando se entienden las gentes. Tantas gracias. Se sientan cerca de la chimenea, cuyas llamas se reflejan en los vidrios de los cuadros, y comienza el festín.

Pues las flores dijo el ciego, algo confuso, acercándolas a su rostro son... unas como sonrisillas que echa la tierra.... La verdad, no mucho del reino vegetal. Madre Divinísima, ¡qué poca ciencia! exclamó María, acariciando las manos de su amigo . Las flores son las estrellas de la tierra. Vaya un disparate. ¿Y las estrellas, qué son?

El cuidado de las iglesias, sacristías, ornamentos, vasos sagrados, alhajas de plata y oro y demás correspondiente al culto divino, está a cargo de los curas de los pueblos, aunque el gobierno secular está al reparo de que éstos no extraigan ni menoscaben lo que está a su cuidado, así por lo que toca este cuidado al real patronato, como porque los pueblos se interesen en su conservación y buen estado, pues tiene que costear todo lo que se vaya inutilizando o haga falta.

-Vaya vuesa merced -dijo Sancho-, y vuelva presto, por un solo Dios, que ya no lo puedo llevar el estar aquí sepultado en vida, y me estoy muriendo de miedo.

Porque, ¡vaya si me quiere! ¡Cómo temblaba cuando la besé... y qué modo de mirar

No ha de ser el resentimiento quien presida á tu conducta sino la razon, el deseo de que una cosa de tanta entidad no vaya á parar á malas manos. El pretendiente no carece de algunas buenas disposiciones para el desempeño; ¿porqué no hacerle esta justicia? Pero en cambio adolece de defectos imperdonables.

¡Vaya si lo soporto!... Cada cual, en esta vida, se defiende como puede. ¡Estaría bueno que nos dejáramos morir de hambre, estando las tiendas tan llenas de cosas de substancia!

Señor caballero, si tiene algo que darnos, dénoslo ya, y vaya con Dios, que ya enfada con tanto querer saber vidas ajenas; y si la mía quiere saber, sepa que yo soy Ginés de Pasamonte, cuya vida está escrita por estos pulgares.

¡Vaya un modo de entrar en materia!