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Nada, ni se movió, ni chistó. ¡Si las cosas no pintan mejor en junio, te juro que me regalo una bala, como hay Dios! Quilito repuso: No tengas cuidado, que ya pintarán mejor. Me admira tu confianza y tu frescura exclamó el primo, porque si a me llega el agua a la cintura, a ti te debe subir hasta el pescuezo; ¿qué vas a hacer con el portugués?

Su solicitud hacía sonreír dulcemente a Laura. ¿Por qué no vas al comedor? murmuró. Yo voy a dormirme ya. No, no tienes sueño y yo no podría conversar allí pensando que te quedas tan apenada.

Se levantó, vacilante, los ojos extraviados, y a Agapo, que, asustado, le cortó el paso, con un ademán le rechazó, diciendo, entre dientes, que se iba, que se iba... ¡Ajo! exclamó el otro persistiendo en detenerle, no, así no te vas, me das miedo, Quilito, ¿qué tienes? bien me pareció desde un principio que había algo de extraño en ti. Déjame, déjame...

El abate Julio, en quien el autor retrató á cierto tío suyo clérigo, es hombre sencillo, indulgente, lleno de compasión hacia la humanidad y que olvida los latinajos de ritual junto al lecho de los moribundos; sus labios piadosos balbucean frases profanas, ingenuas, de un lirismo místico infinitamente dulce. «¡Pobre niña dice, que te vas al día siguiente de llegar!

Por dos razones: la primera porque todo lo que gozo oyéndote cuando estamos en familia, me disgusta cuando cantas en público; la segunda porque vas a separarte de . No por qué te disgusta que cante en público. A es a quien disgusta... y mucho. Lo de la separación es una tontería, porque estamos juntos mucho más tiempo de lo que debiéramos.

9 Y [ella] dijo: Iré contigo; mas no será tu honra en el camino que vas; porque en mano de mujer venderá el SE

¡Pueblo!... ¿Y qué vas a hacer en un pueblo? dijo Mauricia con expresión de desconsuelo, como una madre que se ocupa del porvenir de su hija . Mira , y créelo porque yo te lo digo: más difícil es ser honrada en un pueblo chico que en estas ciudades grandes donde hay mucho personal, porque en los pueblos se aburre una; y como no hay más que dos o tres sujetos finos y siempre les estás viendo, ¡qué peine!, acabas por encapricharte con alguno de ellos.

Al anochecer se empeñó en que se había de ir a la nueva casa, y su mujer y su tía no podían quitárselo de la cabeza. «Mira que te vas a poner peor. Duerme aquí, y mañana...». No, no quiero. Me siento algo aliviado. El periodo más malo pasó ya. Ahora el dolor está como indeciso, y dentro de media hora aparecerá en el lado derecho, dejándome libre el izquierdo.

Si eres de esos continuó Elías, vuelve á tu pueblo y no hables de ; no digas que me has visto; no creas que existo; y es verdad: para ti he muerto. Pero deje usted que me explique... ¿Qué vas á decir? Yo pienso ... usted comprenderá que yo tengo mis ideas ... he leído y tengo convicciones, , señor; estoy profundamente convencido....

Restregose los párpados con el curtido revés de la encallecida mano, llamó al mozo, leyole la carta, y sin titubear un punto, le dijo: Dentro de dos días te vas del pueblo. ¡Pobre padre!