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No hay más cartas de D. Luis de Vargas que las que hemos transcrito. Nos quedaríamos, pues, sin averiguar el término que tuvieron estos amores, y esta sencilla y apasionada historia no acabaría, si un sujeto, perfectamente enterado de todo, no hubiese compuesto la relación que sigue.

El tejedor de Segovia es una de las composiciones dramáticas más ricas y llenas de vida que se han puesto en escena. El fundamento de esta comedia parece ser una tradición, relativa á las familias de los Vargas y de Peláez ; pero la forma particular que le ha dado Alarcón, es original, sin duda alguna, y de tal naturaleza, que sólo podía prosperar en manos de un poeta de primer orden.

Un argumento presentaba Rafaela a veces contra las pretensiones de D. Joaquín, pero éste refutaba victoriosamente el argumento. Decía Rafaela que no eran los Figueredos de Portugal, sino los Vargas Machucas de Castilla, los que machucaron a los moros y acabaron con el feudo de las cien doncellas.

Gonzalo de Ulloa y Sandoval. Manuel de Vargas. Francisco de Victoria. Francisco de Villegas. Melchor de Valdés Valdivieso. Fernando de Vera y Mendoza.

En algunas páginas que producen una emoción profunda, el doctor Vargas, que hoy ha dedicado su vida al alivio de esa desventura, ha contado cómo fue atacado por el mal en plena juventud, al terminar sus estudios de medicina.

Sentenciado en rebeldía Antonio Pérez, el Capitán general de Aragón, D. Alonso de Vargas, dió pregón en Zaragoza ofreciendo 6.000 ducados por su persona, según uso jurídico que hoy todavía practica la culta Inglaterra. La suma era más que suficiente para despertar la codicia de aquéllos que en cualquier época y ocasión, desde la de Judas, hallan buena la ganancia en mercadería de sangre ajena.

Con harta razón se ha escrito que el famoso pintor Luís de Vargas regeneró la escuela sevillana, pues su obra fué de las que más influyeron en el siglo XVI en sus contemporáneos, gloria que con él compartieron Flores y el célebre maese Pedro de Campaña.

Este, que tanto allá tira la barra, Que las cumbres se dexa atras de Pindo, Que jura, que vocea, y que desgarra, Tiene mas de poeta que de lindo, Y es JUSEPE DE VARGAS, cuyo astuto Ingenio y rara condicion deslindo. Este, á quien pueden dar justo tributo La gala y el ingenio, que mas pueda Ofrecer á las musas flor y fruto,

Pero donde él iba con gusto, era a casa de los Vargas, calle Moreno, si no todos los días, porque era él muy comedido, por lo menos tres veces en la semana. Pampa le recibía poco menos que a escobazos, diciéndole que la señora no estaba, que se marchara, pues no había nada para él. Esperaré, muchacha; no tengo prisa.

El epílogo, además, da algunas noticias sobre los personajes secundarios que en la narración aparecen y cuyo destino puede acaso haber interesado a los lectores. Se reduce el epílogo a una colección de cartas, dirigidas por D. Pedro de Vargas a su hermano el señor deán, desde el día de la boda de su hijo hasta cuatro años después.