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Las bromas groseras del valentón hacían rugir de risa á la concurrencia. A toda aquella gente, que aún guardaba el mal sabor de la paga de San Juan, le hacía mucha gracia ver tratados á sus amos tan cruelmente. ¡Ah!

Y aquí tuvo término la existencia del valentón, pues el 17 de Octubre de 1596 fué ahorcado en la Plaza de San Francisco, y su cadáver, hecho cuartos, se puso en el lugar del ventorrillo de la Puerta de la Barqueta, como consigna Ariño en los Sucesos de Sevilla.

Hubo un silencio de angustia, pero el valentón, pasado el primer movimiento, permaneció en su silla. Don Luis dijo con una mueca de adulación. Usté es el único hombre que puede jaser eso. Usté es mi pare. ¡Y porque soy más valiente que ! gritó con arrogancia el señorito. Eso afirmó el matón con otra sonrisa aduladora.

Pero bien adivinaba el significado de aquel imperioso «¡Vetedel valentón, apoyado por las muestras de asentimiento de todos.

Y rebuscando en el saco de sus herramientas, escogió una hoz, la atravesó en su faja y salió de la vivienda, sin que Pimentó intentase atajarle el paso. A tales horas nada malo podía hacer el viejo: que durmiese al raso, si tal era su gusto. Y el valentón, cerrando la barraca, se acostó.

No despuntaba por valentón, y sus temores instintivos se aumentaban en la casa solariega, que le producía nuevamente la dolorosa impresión de los primeros días. Su temperamento linfático no poseía el secreto de ciertas saludables reacciones, con las cuales se desecha todo vano miedo, todo fantasma de la imaginación.

Dupont olvidó su embriaguez, la echó a un lado para erguirse ante el amigo con toda la grandeza de su valor. ¡Hombre, justamente le hería en su parte más sensible!... Ya sabes, Ferminillo, que soy más valiente que ; y que todo Jerez me tiene miedo. Vas a ver si necesito acompañantes. , Chivo, ahueca. El valentón se resistió, refunfuñando.

Era el Chivo el que hablaba, después de escupir por la comisura de los labios, con la gravedad solemne de un valentón parco en palabras. La Marquesita protestó. ¿Y nosotras qué somos, mamarracho? ; eso es: ¿qué somos nosotras? añadieron como un eco las dos de Moñotieso.

Entonces se nutría de hábiles retóricas, de erudición doctrinaria carlista, y hacía esgrima de sable con el brazo valentón y pendenciero de jóvenes oficiales granadinos.

Se aproximó al grupo un nuevo oyente, saludando a Maltrana, con fina sonrisa, en la que había algo de burla para el valentón. Aquí tenemos a don Juan dijo Isidro .