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Sólo unos criados permanecieron junto al cuerpo del cosaco, tendido de bruces, viendo respetuosamente cómo se agitaban por última vez sus piernas, cómo se iba vaciando lentamente por el cuello, cómo se extendía una mancha negra en la nieve, que empezaba á azulear bajo la lividez del alba.

Tal vez este soldado, que mantenía intacta su fe á través de las marchas interminables y desmoralizantes, presentía la verdad mejor que los oficiales razonadores y estudiosos. El resto del día lo pasó haciendo regalos á los últimos grupos de la columna. Su bodega se iba vaciando. Por orden de fechas continuaban esparciéndose los miles de botellas almacenadas en los subterráneos del castillo.

Cuando los mancebos en cuestion se dirigieron á su propietaria y le manifestaron el atrevido pensamiento de alquilarlo, la ilustrada y nariguda maestra de niñas estuvo indecisa largo tiempo: el que ellos tardaron en reunir, escudriñando y vaciando los bolsillos de todos, la escasa cantidad á que montaba el mes adelantado y el de fianza.

Dueño de completamente y con una hermosa mujer que le escuchaba atenta, hablaba como si fuera para adentro, vaciando el cargamento de ideas más o menos poéticas, de paradojas fantásticas, de conceptos retorcidos que tenía en la cabeza: los exhibía con arrogancia, satisfaciendo su vanidad, deseando tanto ser admirado como amado.

Pobre niño, habías maniobrado, sin embargo, con una rara habilidad para conducir a esos pesados guardacostas lejos de la punta de la Torre, mientras que yo desembarcaba el contrabando del tonsurado... Mala noche para él, Blasillo; ¿por qué blasfemaba?... el buen Dios le ha castigado añadió riendo y vaciando su copa.

Jacobo hablaba perfectamente el inglés; y ella gozaba de conversar en un idioma que el señor de Maurescamp no tenía la ventaja de poseer. Jacobo hacía todo lo posible por substraerse a las amabilidades demasiado expresivas de su vecina y trataba de hablar en francés; pero ella no quería y volvía resueltamente a hablar en inglés, vaciando a su salud copas llenas de «pale ale», mezclada con Oporto.

Un caballo, al ser herido en el vientre, esparció en torno de él, vaciando sus entrañas, una lluvia nauseabunda de excremento verdoso, que vino a manchar los trajes de los toreros cercanos. El público celebraba con risas y exclamaciones las ruidosas caídas de los jinetes. Sonaba la arena sordamente con el choque de los cuerpos rudos y sus piernas forradas de hierro.

Lo admiraba porque era capaz de pasar un día entero con su noche sin levantarse de la mesa, vaciando botella tras botella. Además, tenía la elocuencia de un predicador cuando ensalzaba las virtudes curativas del whisky, remedio infalible para todos los disgustos y todas las enfermedades. Morales hasta conocía sus manías. Cuando había bebido más de una copa, se irritaba si le llamaban inglés.

Los tiempos cambian, amigo D. Ángel, y no hay más remedio que transigir y acomodarse al progreso. La vida se compone de transacciones. ¡Proponer eso a un padre! volvió a exclamar el pobre diablo, con la misma amargura, vaciando la copa en el estómago. No se fije usted en su condición de padre. Colóquese usted en un punto de vista más elevado.

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