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Frasquita, espantada de tales improperios y aturdida por la estúpida pasividad de su esposo, dudó un momento entre arañar al infiel o agarrarse con la desvergonzada manceba; por fin, temerosa de que ésta la maltratase, se arrancó contra el estanquero, y a pellizcos y tirones de pelos, le levantó del suelo, vociferando: ¡Despídela, pégala, quiero que la mates!, ustez, mala mujer, ladrona de hombres, ¡fuera de aquí!

Julia se detuvo diciendo al chiquitín: Aguarda, hijo, que este cabayero me va a sacar de pobre. Tu señorita se llama doña Cristeta, ¿verdad? ¿Dónde vivís? ¿Cómo se llama su marido? ¿Cuánto tiempo hace que están casados? ¡Pero, hombre, se l'a figurao a ustéz que soy catecismo pa responder a tantas cosas! Bueno, pues dime lo que sepas. ¿No ve ustéz que entavía soy yo muy joven pa ese oficio?

Las cinco; Cristeta no viene y la niñera endereza los pasos hacia la Carrera de San Jerónimo; don Juan no aguanta más y, colocándose junto a ella, le habla de este modo: Cuerpo bonito..., ¿vamos de retirada? Parece que hoy no ha salido la señorita. ¿Y a usted qué se l'importa? No te atufes, mujer; cuando te lo pregunto, por algo será. Es que yo no quién es ustéz. ¿Crees que te voy a comer?

Ideando una de esas mentiras mujeriles que de puro sencillas se confunden con la verdad. El diálogo fue del modo siguiente: Diga usted, señora preguntó muy arrebujada en el mantón , ¿m'hace usted el orsequio de decirme si es cierto que hay aquí un sotabanco desarquilao? No lo hay. Pos me lo habían asegurao. Pos l'han engañao a ustez.

Cristeta cogió al niño, hízole fiestas y, mirando a la sobrina, preguntó: ¿Cómo te llamas? Julia, para servir a Dios y a ustéz. Bueno, pues y yo hablaremos despacio. ¿Harás todo lo que te mande? Ya lo verá ustéz; todo.

A todo esto, yo no sabía cómo se llamaba, y a fin de averiguarlo escribí la pregunta en otra hoja de la cartera: ¿Cómo se llama V.? La chica contestó en la misma letra inglesa y crecida, con el papel rayado: Me llamo Teresa no crea ustez por Dios que juego con muñecas. Diez o doce días se transcurrieron de esta suerte.

Intentó Cristeta dar a la muchacha instrucciones detalladas, pero la tía interrumpió la explicación, que amenazaba ser larga, con estas palabras: Eso mañana, en su casa de ustéz, o lo que es lo mesmo, en la nuestra, porque va le habrá esplicao a ustéz la señorita Inés que nosotras vivimos encima de doña Jesualda, en el sotabanco.

A todo esto, yo no sabía cómo se llamaba, y a fin de averiguarlo escribí la pregunta en otra hoja de la cartera: ¿Cómo se llama V.? La chica contestó en la misma letra inglesa y crecida, con el papel rayado: Me llamo Teresa no crea ustez por Dios que juego con muñecas. Diez o doce días se transcurrieron de esta suerte.

En vano luchaban las tituladas autoridades. ¡Muchachas! ¡Hijas mías! decía el gobernador todo se arreglará... Nombrad una comisión. Una de aquellas desdichadas se adelantó diciendo: Mire ustéz usía..., estamos hartas, y no nos da la gana.