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D. Francisco Antonio Escalada, Consul moderno del Real Tribunal del Consulado; el Sr. D. Floro Zamudio y Chavarria, Teniente Coronel urbano, y Capitan del escuadron de Húsares del Rey; el Sr. D. Hermenegildo Aguirre; el Sr. D. Tomas Lezica, de este comercio; el Sr. Teniente Coronel D. Juan Bautista Bustur, Sargento Mayor del batallon número 3; el Sr.

Según parece, tus asuntos marchan. Ya sabes lo que te he dicho: si el Mágico prodigioso necesita más capital para la implantación de sus inventos, no tiene más que decírnoslo... MÁXIMO. Gracias, tía. Tengo a mi disposición cuanto dinero pueda necesitar... DON URBANO. Dentro de pocos años el Mágico será más rico que nosotros. MÁXIMO. Bien podría suceder.

Agotado todo lo que en el salón había que enseñar al primo, le mostraron la casa desde el desván hasta la leñera: un caserón antiguo, espacioso y destartalado, como aún quedan muchos en la monumental Compostela, digno hermano urbano de los rurales Pazos de Ulloa.

Alferez de fragata, D. Martin Thompson, Capitan de este puerto; el Sr. Capitan graduado, D. Gregorio Belgrano, Ayudante mayor de esta plaza; el Sr. Teniente Coronel urbano, D. Fernando Diaz, Capitan de granaderos del batallon número 4; el Sr. D. Ambrosio Lezica, de este comercio; el Sr. D. Estevan Fernandez, Capitan de Blandenguez de esta frontera; el Sr.

ELECTRA (18 años) EVARISTA (50 años), esposa de Don Urbano MÁXIMO (35 años) DON SALVADOR PANTOJA (50 años) EL MARQU

Recuerdo que un cardenal vino á preguntarnos si preferíamos recibir quince mil ducados con una indulgencia plenaria para cada arquero, ó veinte mil ducados con la maldición de Urbano V. En todo el campo no hubo más que una opinión: veinte mil ducados. Sin embargo nuestro capitán acabó por ceder y recibimos la bendición apostólica contra toda nuestra voluntad y un sin fin de indulgencias.

D. José Botello, Alcalde del barrio número 16, cuartel cuarto; el Sr. D. Fermin de Tocornal, Alcalde del barrio número 20, cuartel quinto; el Sr. Capitan urbano D. Francisco Mansilla, Ayudante mayor interino de esta plaza; el Sr. D. Francisco de Prieto y Quevedo, vecino y de este comercio; el Sr.

En efecto, no debía de andar Locke muy derecho: ¡figúrese el lector que siempre ha sido autor prohibido en nuestra patria!... Y no se me diga que ha sido mal mirado, como cosa revolucionaria, porque, sea dicho entre nosotros, ni fue nunca Locke emigrado, ni tuvo parte en la constitución del año 12, ni empleo el año 20, ni fue nunca periodista, ni tampoco urbano.

EVARISTA. En su testamento, Leonardo instituye a Electra heredera de la mitad de su fortuna... DOROTEA. ¡Ah! EVARISTA. Pero con la expresa condición de que la niña ha de abandonar la vida religiosa. ¿Sabe usted si está enterado de estas cosas Don Salvador? DOROTEA. Supongo que , porque él todo lo sabe, y lo que no sabe lo adivina. EVARISTA. Así es. El señor Don Urbano. Las mismas; DON URBANO.

Hay en la vida de esa joven un factor desconocido... El mejor día... podrá suceder... no aseguro yo que suceda... el mejor día, cuando vosotros tiréis de la cuerda para encerrar a la niña contra su voluntad, saldrá una voz diciendo: «Alto, señores de Yuste, alto...» DON URBANO. Y nosotros responderemos: «Bueno, señor incógnito factor... Ahí la tiene usted.