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Una cosa debo notar de paso, y es que López, vencido en varios encuentros, solicitaba en vano una paz tolerable; que Rosas piensa seriamente en trasladarse al Brasil . Lavalle se niega a toda transacción, y sucumbe. ¿No véis al unitario entero en ese desdén del gaucho, en esa confianza en el triunfo de la ciudad?

Un unitario no cree en tal triunfo, y se funda en razones tan concluyentes, que os hace dudar de lo que vuestros ojos están viendo. Tiene tal fe en la superioridad de su causa, y tanta constancia y abnegación para consagrarle su vida, que el destierro, la pobreza ni el lapso de los años entibiarán en un ápice su ardor.

Desenvolviéndose los acontecimientos, veremos las montoneras provinciales con sus caudillos a la cabeza; en Facundo Quiroga, últimamente triunfante en todas partes, la campaña sobre las ciudades, y dominadas éstas en su espíritu, gobierno y civilización, formarse al fin el Gobierno central, unitario, despótico del estanciero don Juan Manuel de Rosas, que clava en la culta Buenos Aires el cuchillo del gaucho y destruye la obra de los siglos, la civilización, las leyes y la libertad.

En el tiempo y en el medio en que yo era niño y crédulo, la condición espiritual del niño cristiano era el del unitario en tiempo de Rosas, según la descripción de Vélez Sársfield.

La suma del Poder público de que se había investido para Buenos Aires solo, la extiende a toda la República, porque no sólo no se dice que es el sistema unitario el que se ha establecido, del que la persona de Rosas es el centro, sino que con mayor tesón que nunca se grita: ¡Viva la federación; mueran los unitarios!

¿Por qué son perseguidos en todas partes, o más bien, por qué eran unitarios salvajes, y no federales sabios, toda esa multitud de hombres animosos y emprendedores que consagraban su tiempo a diversas mejoras sociales: éste a fomentar la educación pública, aquél a introducir el cultivo de la morera, este otro al de la caña de azúcar, ese otro a seguir el curso de los grandes ríos, sin otro interés personal, sin otra recompensa que la gloria de merecer bien de sus conciudadanos? ¿Por qué ha cesado este movimiento y esta solicitud? ¿Por qué no vemos levantarse de nuevo el genio de la civilización europea, que brillaba antes, aunque en bosquejo, en la República Argentina? ¿Por qué su Gobierno, unitario hoy, como no lo intentó jamás el mismo Rivadavia, no ha dedicado una sola mirada a examinar los inextinguibles y no tocados recursos de un suelo privilegiado? ¿Por qué no se ha consagrado una vigésima parte de los millones que devora una guerra fratricida y de exterminio a fomentar la educación del pueblo y promover su ventura? ¿Qué se le ha dado, en cambio, de sus sacrificios y de sus sufrimientos? ¡Un trapo colorado!

Rosas y el doctor Maza siguen la causa de noche, a puertas cerradas. El doctor Gamboa, que se toma alguna libertad en la defensa de un reo subalterno, es declarado impío unitario por un decreto de Rosas. En fin: son ajusticiados todos los criminales que se han aprehendido, y un voluminoso extracto de la causa ve la luz pública.

He señalado esta circunstancia de la posición monopolizadora de Buenos Aires, para mostrar que hay una organización del suelo tan central y unitaria en aquel país, que aunque Rosas hubiera gritado de buena fe ¡federación o muerte!, habría concluído por el sistema unitario que hoy ha establecido.

Su religión es el porvenir de la República, cuya imagen colosal, indefinible, pero grandiosa y sublime se le aparece a todas horas cubierta con el manto de las pasadas glorias y no le deja ocuparse de los hechos que presencia. Estoy seguro de que el alma de cada unitario degollado por Rosas ha abandonado el cuerpo desdeñando al verdugo que lo asesina y aun sin creer que la cosa ha sucedido.

Los azares de nuestras guerras civiles lo lanzaron a la acción, y fué montonero unitario, conspirador de la Asociación de Mayo, periodista de oposición, emigrado, adversario periodístico de Rosas y después de Caseros, diputado, senador, ministro, gobernador, presidente y general.