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La actividad de los hombres corría canalizada sobre la costra del globo en el punto que se dignaban señalar ellos con un dedo. Soberanos de miles y miles de kilómetros de vías férreas o de flotas como jamás las tuvo Imperio alguno, les bastaba una orden telefónica para cambiar el curso del progreso humano.

Todos los individuos de este cuerpo que conocían a Guillermina, la obedecían como al mismo gobernador. Total, que el piano tuvo que salir pitando, y sus arpegios y trinos se oían después perdidos y revueltos, como si alguien estuviera barriendo sus notas por la calle de Toledo abajo. Llegó el momento hermoso y solemne.

Ramírez del Valle se había batido como cadete durante la guerra de la Independencia, había caído prisionero; lo trasladaron á Francia; se fugó; ascendió á oficial; sirvió después en la Guardia Real, y á la muerte de Fernando VII y estallar la guerra civil, cuando iba á ser ascendido á coronel, tuvo el capricho de pedir la licencia absoluta.

Algo le tranquilizaba la idea de que le tostasen con símbolos en el caso desesperado de no salvarse, como deseaba seriamente. El primer esfuerzo que hizo Anita para salir de casa, tuvo por objeto llevar a su don Víctor a la Iglesia. Confesaron los dos con el Magistral.

De una iglesia que tuvo los techos pintados, y dorados de oro fino de lo más viejo de América los capiteles de los pilares, quedaba en pie, como una concha clavada en tierra por el borde, el fondo del altar mayor, cobijado por una media bóveda: un bosquecillo había crecido al amor del altar; la pared interior, cubierta de musgo, le daba desde lejos apariencia de cueva formidable; y era cosa común y sumamente grata ver salir de entre los pedruscos florecidos, al menor ruido de gente o de carruajes, una bandada de palomas.

Cuando esté en Rosalinda, no olvide usted ni una sola de mis recomendaciones... Y ahora, hijo mío, como no sabemos si hemos de vernos otra vez, venga a ... Tomó a Simón entre sus brazos, le apretó con fuerza contra su pecho, y tuvo este abrazo tan comunicativos ardores, que el joven se sintió conmovido a su vez y besó a Francisco tantas cuantas veces le iba éste besando también...

Pero así y todo, o quizás por lo mismo, en aquella visita no se rió una sola vez con las veras de antes; ya al despedirme yo «hasta la vuelta» con un apretón de manos muy elocuente, tuvo que darme con los ojos acobardados la respuesta que le faltó en sus palabras descosidas.

Aquel procedimiento rastrero, de villano, debió irritarla, pero no la irritó; tuvo que confesar que no despreciaba ni aborrecía a don Álvaro, a pesar de que sus intenciones eran torcidas, miserables; quería abusar de la confianza de don Víctor. «Pero ¿y si no quería? ¿Si se contentaba con estar cerca de ella, con verla y hablarla a menudo y tenerla por amiga? Veríamos.

Abrid paso exclamó uno de los diputados más notables de las Cortes de entonces. Lázaro tuvo una inspiración. El recuerdo de su joven y amable amiga le fortalecía; y á la manera de aquellos caballeros antiguos, que invocaban el auxilio soberano de su dama antes de entrar en combate, procuró evocar todas las imágenes de gloria y felicidad que le habían dado estímulo.

Julián no tuvo ni tiempo de protestar contra este cambio de ministerio y vuelta al antiguo régimen.