United States or Egypt ? Vote for the TOP Country of the Week !


En las conversaciones de los días siguientes tuvo el buen acuerdo de no nombrar a la familia ni los Cigarrales, ni mentar cosa alguna que pudiese relacionarse con el importuno asunto de sus futuras bodas.

Al saberlo tuvo un fuerte altercado con su tío, le recriminó con dureza su negligencia y le dirigió algunas palabras ásperas: el pobre D. Manuel apenas supo defenderse: quedose cortado y confundido, murmurando torpemente algunas disculpas.

Dos o tres veces miré exclusivamente al médico; pero éste bajó las pestañas, indicándome que esperara. Y tuvo razón, al fin, porque de pronto, bruscamente, como un derrumbe de sueño, la enferma cerró los ojos y se durmió. Salimos todos, menos la hermana, que ocupó mi lugar en el sillón. No era fácil decir algo yo al menos.

La primera vez que Maxi lo observó, movíase el disco con majestuosa lentitud, y era tan hermoso de ver con su coraza de tablitas blancas y rojas, parecida a un plumaje, que tuvo fijos en él los tristes ojos un buen cuarto de hora.

Con estas municiones el partido Nuestro se mejoró de tal manera, Que el contrario se tuvo por vencido. Cayó su presuncion soberbia y fiera, Derrumbanse del monte abaxo quantos Presumieron subir por la ladera, La voz prolija de sus roncos cantos El mal suceso con rigor la vuelve En interrotos y funestos llantos.

La primera noticia que de la herencia tuvo Juan Pablo diósela su tía paterna por una carta que le dirigió a Bayona. Preparábase a volver a España, y la carta aquella con la noticia que llevaba aceleró su vuelta. Entró por Santander, se fue a Zaragoza por Miranda y de allí a Molina de Aragón.

La anciana no quería estar mano sobre mano; pero tuvo que obedecer las órdenes del médico en vista de los progresos de la enfermedad. Desde entonces pesó sobre la tía Pepa todo el trabajo, el cual, como es de suponerse, no bastó a las necesidades de aquella casa, ni para sostener al sobrino, para sostenerme en el colegio. Tía Pepa dijo: «¡Que se venga! ¡Que no siga estudiando!

En Sacramento tuvo ocasión de experimentar que los versos, aunque elevan a las emociones más sublimes del corazón humano, y merecen la mayor consideración de un editor en las páginas de un periódico, son insuficiente recurso para los gastos de una familia, aunque ésta no constase más que de una señora y de una niña de corta edad. Recurrió luego al teatro, pero fracasó completamente.

Tomó prestados sobre esta hipoteca: primero, cuatro mil doscientos dracmas; al año siguiente, mil quinientos más; otro año después, mil doscientos, y todavía otros mil quinientos dracmas, un año más tarde. El resultado natural fué que tuvo que vender la casa, poco tiempo después, á la señora Aurelia Serapias, hija de Trimoros, de quien yo sospecho que era un usurero terrible.

Por las puertas abiertas llegó un ruido de alarma procedente del patio: persianas que se abrían, pasos atropellados en los diversos pisos, gritos de sorpresa y de terror. Los tres corrieron instintivamente hacia las ventanas interiores. Antes de llegar á ellas, el ruso tuvo un presentimiento. Mi vecina... Debe ser mi vecina. Tal vez se ha matado.