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Cuando, á raíz del incendio de Ramón de las Yaguas, las partidas rebeldes emprendieron la retirada hacia Mayarí Arriba, el General Monteagudo, en vez de lanzar en seguimiento de los alzados grandes contingentes de tropas, se limitó á situar fuerzas en los mismos parajes que el enemigo acababa de visitar.

Conforme a los temores de Su Santidad, el 20 de septiembre las tropas italianas, después de cinco días de bombardeo, entraron a Roma, pero, felizmente, no llevaron un recio ataque al Vaticano. Desde entonces permanece aquí el tesoro arrancado de su seno.

Seguían pasando en dirección opuesta los trenes militares. En la estación de Burdeos, la muchedumbre civil, pugnando por salir ó por asaltar nuevos vagones, se confundía con las tropas. Sonaban incesantemente las trompetas para reunir á los soldados. Muchos eran hombres de color, tiradores indígenas con amplios calzones grises y un gorro rojo sobre el rostro negro ó bronceado.

Las tropas de Castillo, llenas de arrojo y entusiasmo, ejecutaron brillantemente el movimiento, y apareciendo de improviso sobre unas lomas, acribillaron el campamento de los alzados con un nutrido fuego de fusilería.

Entonces dispuso una expedicion á Costa-Firme donde, asi que llegó, fué reconocida su autoridad por Monágas y otros jefes de guerrillas, logrando aumentar sus tropas hasta unos mil hombres; y para hacer una invasion en la provincia de Carácas, toda vez que el general Morillo se encontraba en Nueva-Granada realizando su reconquista, guió para la costa de Ocumare, que abordó el 6 de Julio.

Tendrá constantemente á las puertas de su alcázar un numeroso cuerpo de caballería, y en ambas orillas del rio, junto al alcázar mismo, una guardia permanente de mil renegados. No invertirá sumas de consideracion en la mezquita mayor, pero construirá para sus tropas cómodos cuarteles y espaciosos establos.

Si en Malanao nuestros asuntos no andaban muy prósperos, por desgracia no era tampoco muy satisfactorio el aspecto de la lucha no interrumpida que sosteníamos contra Corralat, el que al frente de sus aguerridas tropas mermaba contínuamente, unas veces por la astucia y otras por su valor, nuestra influencia y poderío en Mindanao.

Iba á trabar el primer asalto contra los reales enemigos, cuando le ocurrió, sin embargo, un pensamiento que detuvo sus ímpetus guerreros. «Ciudades como Córdoba, dijo, no se sitian con escasas tropas ni sin esperanzas de buen éxito: ¿de qué servirá empeñar una lucha en que he de salir vencido? La ruina de la ciudad producirá la mia; Murcia caerá; el poder del Islam llegará al borde del abismo.

Entonces la Montansier, que así sabía vencer como sacar partido de sus victorias, formó una compañía dramática, al frente de la cual corrió á reunirse con sus compañeros, y sobre el mismo campo de batalla dió, para recreo y esparcimiento de las tropas, una función teatral al aire libre.