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Gabriel dijo el maestro una tarde , usted que es tan observador y sabe tanto, ¿no se ha fijado en que España es triste y no tiene el «dulce sentimentalismo» de la verdadera poesía...? No es melancólica, es triste, con su tristeza huraña y brutal. O ríe a carcajadas o llora rugiendo; no tiene la sonrisa suave, la alegría inteligente que distingue al hombre de la bestia.

Con gran deseo quedó el Caballero de la Triste Figura de saber quién fuese el dueño de la maleta, conjeturando, por el soneto y carta, por el dinero en oro y por las tan buenas camisas, que debía de ser de algún principal enamorado, a quien desdenes y malos tratamientos de su dama debían de haber conducido a algún desesperado término.

Por último, a fuerza de ruegos logramos calmarla un poco, prometiéndole yo acudir al lugar del suplicio a cumplir tan triste obligación.

Y doña Manuela, repasando sus escasos conocimientos históricos, halagaba su orgullo y creíase casi igual a una soberana destronada que cae en la pobreza. Esto bastó para afirmarla en su resolución. Cuando Rafael y Juanito llegaron a casa, la familia pasó al comedor. La cena fue triste.

Miguel empezó a notar que el abrazo que su padre le daba al verle era cada vez más prolongado, y la sonrisa con que le saludaba cada día más dulce y más triste. El corazón le dijo que era muy desgraciado, y a medida que lo era aumentaba el cariño que le profesaba.

Los otros médicos del distrito eran recibidos por los enfermos con triste resignación. ¡Don Luis: sólo el doctor Aresti!

Este barbudo es Darwin; el otro, que parece un erizo blanco, mi gran tío Schopenhauer; el de más allá, Zola, con su mirada triste, como si fuese a llorar; aquel viejo tan guapo y simpático, el amigo Hæckel... Todos gentes distinguidas, apreciables puntos, que no se ofenderán de vivir con nosotros en plena alegría juvenil. ¡Las cosas que van a presenciar estos ilustres gachos!...

Tanto la impresionó, que estuvo algunos días en la cama con fuerte calentura. Después que sanó, veíasela pálida y triste. Contestaba distraída a lo que le decían: no salía casi nunca del cuarto, a pesar de las instancias de su esposo.

Y sinembargo, la Mancha es un país asombrosamente fértil en la produccion de trigos y vinos, que cuando está cubierto de mieses y sarmientos tiene una hermosura suntuosamente triste. ¿Por qué no hay allí ni un solo árbol, ni casas, ni jardines, ni otra cosa que inmensos prados ó trigales solitarios? Porque no hay agua, dicen los optimistas, que creen que lo que no se hace es porque no se puede.

Una criada torpe y gruñona le asiste con malos modos, sin solicitud ni cariño. ¡Qué soledad tan triste! ¡Ni una hija, ni una caricia, ni un beso! ¡Oh mocedad malbaratada! ¡Oh presente amarguísimo!