United States or Costa Rica ? Vote for the TOP Country of the Week !


A los pocos momentos ¡zas! un ballenazo y un grito de dolor. Inmediatamente otro golpe y otro grito. Y así sucesivamente. La costurera estaba encantada al notar que la chiquilla tropezaba más que otras veces. Manín engullía en silencio, volviendo sólo de vez en cuando los ojos con marcada indiferencia hacia aquella triste escena.

El día estaba húmedo, la tierra blanda, el cielo triste y lacrimoso.

Y al fin por interes la furia ingrata, Discordia, su contento desbarata. ¡Qué fuera si tuvieran plata y oro! Que aquesto mas conmueve en esta vida. Que al fin aquel que tiene gran tesoro Procura su contento sin medida, Aqueste fin le fuerza el triste lloro, Y llanto al navegante en su corrida, Y aquesta á veces causa en este mundo A muchos que desciendan al profundo.

Las buenas señoras quisieron tratarme a cuerpo de rey, y sin embargo, ¡qué cena tan modesta y tan triste! Cerré la puerta, dejó en la mesa la brillante palmatoria, y de un soplo apagué la bujía. De codos en el alféizar me puse a contemplar el cielo.

En fin, me resulta usted una gitana demasiado señorita. Cristeta sonrió con mayor afabilidad y repuso: Pues ya lo ve usted; al público le da por esto. Lo triste es que artistas como usted tengan que hacer estas obras.

Tan notorio fue ya el desorden, que Zapata, aterrado, viendo venir el trueno gordo, hubo de vencer la modorra en que su cara mitad le tenía, y se puso a hacer números y a querer establecer método y razón en el gobierno de su hacienda; pero ¡oh triste sino de la familia! cuando más engolfado estaba el hombre en su aritmética, de la que esperaba su salvación, cogió una pulmonía, y pasó a mejor vida el Viernes Santo por la tarde, dejando dos hijos de corta edad: Antoñito y Obdulia.

El año 1348, año de triste recuerdo en la historia de Aragón por la peste desoladora que afligió el reino, las Córtes que se celebraban en Zaragoza, hubo necesidad de trasladarlas a Teruel que ya estaba libre de la epidemia.

A medida que caían las paredes de su calabozo, se iba descubriendo parte por parte la triste figura del hijo de Irlanda. Todos los water-proof habían fato fiasco. Sus brazos y sus cabellos, y las alas del sombrero, pendían tiesos y perpendiculares hacia la tierra. Parecía un navío empavesado en calma chicha.

La madre de ella era una mujer vulgar, de cortas luces y de instintos groseros. Adoraba a su hija, pero continuamente y con honda amargura se lamentaba de los sacrificios que por ella hacía, de las privaciones que sufría y de la desconsolada vejez y triste muerte que iba a tener en medio de tanta pobreza.

Estaba pronto á ejecutar bajo su dirección todas las diligencias necesarias; pero abandonado á mismo, no sabía absolutamente hacia qué lado dirigir mis pasos. Le creía uno de esos hombres que prometen poco y hacen mucho. Temo haberme engañado. Esta mañana me determiné á ir á su casa con el objeto de devolverle los documentos que me había confiado y cuya triste exactitud he podido comprobar.