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Cuando se pasa de repente de los dramas de la edad de oro á los de Moratín, se siente la misma pena que cuando nos trasladamos de improviso de un paisaje lozano y lleno de flores, al calor de la primavera, á una región helada y fría en el rigor del invierno.

»Después de la comida nos trasladamos al salón, cuyas puertas vidrieras daban al parque; el conde de Pópoli, sentado cerca de , mostrábase tan galante como se lo permitían sus costumbres de cazador. »Carlos entró, y en su alegre mirada, llena de dulzura, conocí que Teobaldo le había prevenido. Acababa de despedirse de mi tío, pues debía marchar a una granja a la mañana siguiente.

Si nos limitamos á consignar este fenómeno, nada se nos puede objetar; los experimentamos así y no hay mas cuestion; pero al anunciar el principio queremos anunciar algo mas que la incompatibilidad de los conceptos, trasladamos esta incompatibilidad á las cosas mismas y aseguramos que á esta ley están sometidos no solo nuestros conceptos sino todos los seres reales y posibles.

A todo esto había principiado á amanecer; visto lo cual, nos trasladamos al andén de la Estación, prefiriendo helarnos al aire libre viendo los rosicleres de la aurora, á los aires colados y á las crecientes vulgaridades del cafetín. El andén de la estación estaba tan silencioso como solitario.

El puerto ya hemos dicho es más resguardado y seguro que el de Legaspi, y por él se da salida á la mayor parte del abacá que se cosecha en aquellos contornos. De Tabaco nos trasladamos á Malinao. haciendo el trayecto de sus 3 km. en carruaje. El nombre de Malinao se deriva de la palabra bicol linao con que se designa la claridad del agua ó de otro líquido cualquiera.

Como Manchester es visitado por muchos extranjeros, y como su fabricacion y comercio le prestan mucha importancia, hay bastante animacion en sus calles y paseos: los hoteles son regulares; cuéntanse muy pocos edificios notables, como arte. Y aquí terminan nuestros ligeros apuntes sobre Manchester y Liverpool. De Southampton hablaré despues; ahora nos trasladamos á Italia.

En la línea de Orleans, habríamos llegado a las cinco de la mañana; en la del Oeste, después de un fastidiosísimo viaje, llegamos a las diez. Perdimos más de dos horas en obtener nuestros equipajes, y por fin, todo en regla, nos trasladamos al vapor Villa de Brest, que esperaba, amarrado al Dock y con las calderas calientes, el momento de la partida.

Cuando pensamos en el obelisco de la plaza de la Concordia, naturalmente se nos presentan las fuentes, y estatuas y surtidores, y el palacio de las Tullerías, y el Templo de la Madalena, y los Campos Elíseos, y el Palacio de la Cámara de los Diputados: pero está en nuestras manos cambiar la escena, y sin mas que querer, trasladamos el obelisco en medio de la plaza de Oriente, y estamos mirando qué efecto produce allí: hasta que satisfechos de la operacion le colocamos otra vez en su puesto ó no pensamos mas en él.

Las cosas en no son extensas, sino que la extension es una forma de que las reviste el espíritu: á la manera que no son coloradas, ni sabrosas, ni olorosas, ni sonoras, sino en cuanto trasladamos á ellas, lo que solo está en nosotros.

Usted irá hoy conmigo y será recibido como si le hubiesen anunciado desde el día de su nacimiento. Mañana, a la hora de tomar el chocolate, puede usted hacerles una visita, que de seguro no se sorprenderán. ¡Buenas son ellas para asustarse! Después de comer volvimos a tomar café a la Británica. Desde allí, a las nueve poco más o menos, nos trasladamos a casa de las de Anguita.