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El fin de la comida, amenizado por variados brindis, pareció mortalmente largo á la dueña de la casa; y como el joven Héctor Bobart, que estaba un poco achispado con el Champagne, anunció que en su condición de testigo reclamaba la liga de la desposada, Clementina, con una mirada fulminante, levantó la sesión y condujo á sus convidados al salón mientras se quitaba la mesa para transformar el sitio del banquete en salón de baile.

La senda que había de seguir, en particular, era la siguiente: apoyarse en los trabajos de sus predecesores; aceptar el drama español, tal como lo encontraba, con todas sus modificaciones y todas sus divisiones, sin remover en lo más mínimo los cimientos del sistema dramático predominante, y, á la vez, cultivar por todos los gérmenes lozanos preexistentes, y hacerlos florecer con sus nimios cuidados; desenvolver cuanto hallaba confuso y sin orden; redondear lo anguloso, y transformar en un conjunto orgánico lo suelto y lo imperfecto.

Usted se pasmará de la serenidad que nota en . Todos se pasman, y no es para menos. Porque aquí donde usted me ve, he estado loco, loco perdido... Lo , lo ... ¡Ay, qué dolor! Y he ido pasando por este y el otro grado. Primero tuve el delirio persecutorio, después el delirio de grandezas... Inventé religiones; me creí jefe de una secta que había de transformar el mundo.

Desde que vine a esta santa casa, emprendí, como sabes, la gran batalla de mi espíritu. Trato, con la ayuda de Dios, de transformar en amor fraternal el amor de un orden muy distinto que arrebató mi alma.

Aquellos hombres, que habían visto sin alarmarse, durante muchos años, cómo cundían y se propagaban ciertas tendencias niveladoras, y cómo se iba rebajando poco a poco el carácter nacional, corrompiendo aquel conjunto de cualidades que un día hicieron del tipo español «el modelo proverbial de los caballeros»; aquellos hombres, digo, que habían visto todo esto y mucho más, sin temblar por el día siguiente, observaron una vez que las predicaciones, que las tolerancias, que las concesiones, que toda aquella política de ancha base que encomiaban a destajo y en la cual creían sin conocerla, estaba dando ya sus frutos naturales y lógicos; que aquellas muchedumbres por las que nada habían hecho ellos nunca, y de las que jamás se habían acordado sino para explotar su trabajo a cambio de un mezquino pedazo de pan, se alzaban imponentes, en virtud de las alas que les prestara una libertad mal entendida; que aquella canalla, como ellos llamaban a la multitud desheredada cuando ésta era dócil, se aprestaba, con la tea en la mano, a imponerse al mundo entero y a transformar, en un instante dado, el modo de ser de la familia y de la sociedad.

La relación entre los bienes positivos y los bienes intelectuales y morales es, pues, según la adecuada comparación de Fouillée, un nuevo aspecto de la cuestión de la equivalencia de las fuerzas, que así como permite transformar el movimiento en calórico, permite también obtener de las ventajas materiales elementos de superioridad espiritual.

Razones son éstas para no desmayar ante los obstáculos que han de presentarse hasta alcanzar la completa justificación del pueblo filipino. La verdad concluye por imponerse. Consagremos, pues, nuestros esfuerzos á transformar el espíritu público, haciendo nacer en la opinión nuevas ideas.

Ella confesaba haber tenido placer en bailar con Huberto Martholl... Los celos nacientes envenenaban las deducciones de Juan: estrechada tres veces por aquel Huberto Martholl, María Teresa lo prefería a todos los demás... Para que esto sucediese ¿qué le habría dicho ese hombre? ¿Qué encanto misterioso había ejercido sobre ella? ¡Ah¡ el sonido melodioso de su querida voz martillaba el alma de Juan, martirizándolo, enloqueciéndolo hasta el punto de hacerle transformar las simples palabras: «Lo prefiero a todos los demás, porque baila admirablemente el bostonen una ardiente confesión de amor.

Solamente, y á la fuerza, la llevó su madre hacia el ministro, y eso quedándose atrás y manifestando su mala gana con raros visajes, de los cuales, desde su más tierna infancia, poseía numerosa variedad, pudiendo transformar su móvil fisonomía de diversas maneras, y siempre con una expresión más ó menos perversa.

La historia no nos dice si bardos o trovadores consagraron a este asunto, sin embargo tan interesante, sus versos y sus melodías. Es de creer que ni unos ni otros hubieran logrado transformar una sociedad que exaltaba a la mujer y buscaba el dinero.