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El gigante, para tranquilizarle, lo tomó de nuevo sobre la palma de una mano, subiéndolo hasta la altura de sus ojos. Allí, Ra-Ra, á caballo en un dedo y con las piernas colgantes, pudo continuar su relato. Yo supe la verdad sobre los tiempos anteriores al gobierno de las mujeres por los documentos de mi familia.

Me llamaron a comer, sentéme a la mesa y no comí, ni siquiera supe disimular bien las inquietudes que eran la causa de ello delante de mi tío que no me quitaba ojo; inventé para tranquilizarle una mentira sandia y mal zurcida, y al fin me levanté de la perezosa, dejando al pobre señor persuadido de que mi resignación estaba a punto de agotarse en presencia de aquel negro temporal.

He venido yo en persona para tranquilizarle... No se apure usted, pues, que la detención no tiene importancia, y véngase conmigo. De este modo y a esta hora nadie se enterará. ¿Una denuncia?... ¿De qué me acusan? Al parecer es el asunto de la escapatoria de la chica de Osuna... No se asuste usted. No me asusto, señor juez.

Debía de ser nuevo en el establecimiento. Esto, en vez de tranquilizarle, le obligó a cambiar de postura varias veces, abandonando por el momento su habitual majestad y languidez. ¿Puedes darme la navaja que han vaciado hoy? Allá va. Fernando alargó el brazo y Cosme recogió la navaja. Un vago deseo de levantarse nació en el espíritu de Pablito.

Sólo por él se había detenido en la cabeza del distrito el majestuoso don José, de paso para Valencia. Quería tranquilizarle y que cesase en sus quejas, cada vez más alarmantes.

No lo aseguro. Pero pasado algún tiempo es fácil que consintiese. Sólo Dios es eterno. Y usted desea.... Lanzado de improviso a un mar de confusiones, D. Benigno no pudo decir más. Su amigo, quizás arrepentido de haber hecho una declaración imprudente, trató de tranquilizarle hablándole de lo bien que dirigía Cristina la dichosa nave del Estado.

Si lo primero, mil veces te lo he dicho, es mirar a la muerte como el fin de los padecimientos, como miran a la playa los infelices que luchan con las olas, agarrados a un madero. No, si no tengo miedo dijo ella con deseos de tranquilizarle, porque observó que se exaltaba . Pero es que... esas cosas, más vale dejarlas para de día. Ahora, a dormir. ¡Dormir!... Ahí tienes otra tontería.

La sola fecha de las cartas bastó para tranquilizarle por completo, y este fiel amigo tomó entonces a su cargo acortar las distancias y echar a la mar pelillos, repitiendo al oído de uno y otro cónyuge la frase del pato de la fábula: Paz, caballeros, paz.

Enjugose el notario los ojos para leer un grueso volumen en 12º, que le habían traído con urgencia de parte de M. Steimbourg. Era la Cirugía operatoria, de Ringuet, excelente manual enriquecido con unos trescientos grabados. M. Steimbourg había comprado el libro, al dirigirse a la Bolsa, y se lo enviaba a su cliente para tranquilizarle sin duda.

Su quietud más era de modorra dolorosa que de sueño tranquilo. El padre aplicó su mano á las sienes del inocente montruo, que abrasaban. Pero ese trasto de Quevedillo.... Así reventara.... No en qué piensa.... Mira, mejor será llamar otro médico que sepa más. Su hija procuraba tranquilizarle; pero él se resistía al consuelo.