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Tuve un impulso de alegría, y, acercándomele, lo cogí por el cuello y lo sacudí fuertemente. Quiso asir mi vestido, pero yo me escapé, lo que le hizo levantarse vivamente para correr tras de . Entonces, tranquilamente me adelanté hacia él y le dije: Bueno, ahora, ven.

La orquesta toca otro vals, el público protesta; afortunadamente se presenta un héroe caritativo que distrae la atencion y redime al empresario; es un señor que ha ocupado una butaca y se niega á cederla á su dueño, el filósofo don Primitivo. Viendo que sus argumentos no le convencían, don Primitivo acude al acomodador. ¡No me da la gana! le responde el héroe fumando tranquilamente su cigarrillo.

Esto le quitaría sus ilusiones, pero habría que compadecerla más. Las ilusiones son los crisantemos de la vida. Y después de este pensamiento, muy poético para ser de un notario, cogió un pliego de papel con el timbre del despacho y empezó a escribir tranquilamente: «Señorita: la ley francesa no reconoce en ningún caso...»

Y Azorín estaba tomando tranquilamente un refresco cuando ha visto que estos obreros se le acercaban y decían: Señor Azorín, nosotros le conocemos a usted... y desearíamos que nos dijese cuatro palabras. ¿Estos hombres quieren que Azorín les diga cuatro palabras? ¡Azorín, orador! Esto es enorme. Azorín ha protestado cortésmente; los obreros han insistido con no menos cortesía.

Al contrario, importaba dar la mayor publicidad á estas tramas de los enemigos de la monarquía española. Este escritor sobrevivió por muchos años á la destruccion de su órden, y murió tranquilamente en Spetchley, cerca de Worcester, llenando las funciones de capellan en casa de un católico.

Para no tiene ninguna dijo Tristán malhumorado. Núñez le miró un momento con curiosidad burlona y repuso tranquilamente: Consiste en que ese molino que tienes en el cerebro no tritura más que cosas negras.

Sería inútil buscar nada mejor.» «Vamos más lejos, dice el otro, aquí hay moscasLe pasean así hasta que ha encontrado un lugar de su agrado y se decide generalmente a la puesta del sol. Entonces se arrodilla, los dos vecinos sacan sus cuchillos y le cortan tranquilamente la cabeza. Pero tiene, por lo menos, el consuelo de morir en un terreno a su gusto.

Ya que le empujaban á ello, sería valentón y jactancioso por algún tiempo, para que le respetasen, dejándole después vivir tranquilamente. Una tarde, tirando á las golondrinas en el barranco de Carraixet, le sorprendió el crepúsculo. Los pájaros tejían con su inquieto vuelo una caprichosa contradanza, reflejada por las tranquilas charcas con orlas de juncos.

Pero están seguros de que no les cae encima la montaña y los entierra como hormigas, y de que el aire no se encenderá para quemarles la cara y las manos. No serán solamente gotas de sudor lo que derramaréis dentro de poco, sino lágrimas, lágrimas bien amargas. ¡Dichosos los que tranquilamente reposan de su trabajo á la fresca sombra de un árbol y comen un pedazo de borona con alegría!

Me has recogido a la muerte de mis padres, me has consagrado veinte años de tu vida que hubieras podido pasar más tranquilamente; y ahora te olvidas de ti misma una vez más queriendo lo que crees que es mi felicidad. ¿Estás segura de qué lo será el matrimonio? ¡Cómo si estoy segura! Perfectamente, tontilla.