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Colonia, la vieja Colonia de Agrippina, patria de la madre de Neron, como del admirable Rubens, un tiempo gobernada por Trajano, antigua capital de la «Germania inferiorsucesivamente opulenta y gloriosa, miserable y conquistada, miembro poderoso de la «Liga anseáticaciudad feudal, ciudad-libre imperial, dominada por arzobispos y generales, presa del imperio germánico, de la república y del imperio de Francia, y aun de los Rusos en 1814; Colonia, la metrópoli comercial del Rin aleman, es acaso la mas histórica de todas las ciudades alemanas, la que ha pasado en su larga existencia por una serie mas complicada de acontecimientos diversos, la que ha ejercido mas poderosa influencia en las comarcas del Rin, y la que por los numerosos contrastes de su modo de ser ha ofrecido ejemplos mas elocuentes de lo que influyen las instituciones políticas y religiosas sobre las costumbres de los pueblos.

Puede mostrar las astucias de Ulixes, la piedad de Eneas, la valentía de Aquiles, las desgracias de Héctor, las traiciones de Sinón, la amistad de Eurialio, la liberalidad de Alejandro, el valor de César, la clemencia y verdad de Trajano, la fidelidad de Zopiro, la prudencia de Catón; y, finalmente, todas aquellas acciones que pueden hacer perfecto a un varón ilustre, ahora poniéndolas en uno solo, ahora dividiéndolas en muchos.

El guardian nos dice que en la fábrica de este monumento, que es de bronce, se han empleado doce mil cañones, apresados por Bonaparte á los enemigos de Francia. Los cimientos de esta gigantesca pirámide, imitacion de la columna de Trajano, en Roma, tienen una profundidad de doce varas; su diámetro no baja de cinco, y de cincuenta la elevacion.

Trajano y Marco Aurelio, a pesar de ser gentiles, no hallan monarca que valga más que ellos en toda la prolongación de la historia. En puro y fervoroso amor a Dios, a los hombres y a cuantas criaturas aparecen en el universo visible, será difícil que nazca ya quien venza y supere a San Francisco de Asís.

El español tendrá todos los defectos que se quiera menos el de «amarrete» con las damas y el de ser económico en los gastos del Estado. Así se explica que Trajano estimulara el lujo y la fastuosidad, convirtiendo los metálicos crótalos griegos en castañuelas de perlas.

PELAYO. Digo que puedes llegar. SANCHO. Ya, Pelayo, viendo estoy A quien toda el alma doy, Que no tengo más que dar: Aquel castellano sol, Aquel piadoso Trajano, Aquel Alcides cristiano Y aquel César español. PELAYO. Yo, que no entiendo de historias, De Kyries, son de marranos, Estó mirando en sus manos Más que tien rayas, vitorias. Llega y a sus pies te humilla; Besa aquella huerte mano.

El pueblo que permanece allí fiel á la Madre Patria y el Ejército que le obedece, bien pueden proclamarle mejor que Trajano, pero no más feliz que Augusto.

La broma que le he dado no vaya usted a creer que es enteramente infundada. Esa muchacha está empeñada a sangre y fuego en que le haga el amor. ¿Y es verdad que le espera por la noche para verle pasar cuando usted se retira? ¡Tan cierto! Y lo gracioso es que vengo de dar algunas vueltas por delante de la casa de Isabel, que esta aquí cerca, en la calle de Trajano. ¡Pobrecilla!

Entusiasmado con esto el Padre Ambrosio, pintó a los frailes la pompa triunfal con que Tristán de Acuña entró en Roma. Tal vez desde los tiempos en que volvió el andaluz Trajano de conquistar la Dacia, moviendo por última vez al dios Término para que ensanchase el imperio de Roma, Roma no había presenciado espectáculo más grandioso.

El autor se inclina, finalmente, por el marfil teñido, influído, sin duda, su espíritu por las rumbosidades de Trajano que prefería el leve y sutil sonido de las perlas. Habla luego el licenciado de los colores de las maderas en contraste con el cutis de las tocadoras.