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Un dolor inmenso lo anonadó; creía haber sufrido hasta entonces; pero esto no era nada en comparación de lo que sentía en aquel momento, torturado por la certidumbre de haberse hecho ridículo u odioso a su adorada María Teresa. Después de esta última crisis, el señor Aubry estuvo varios días en peligro. Durante algún tiempo, los médicos consideraron desesperado su estado.

Escuchando aquellas voces engendradas por el movimiento y la actividad de la vida moderna, pensaba que en el ancho seno de la villa, tras cada balcón, en cada casa, al resplandor de cada luz, al volver de cada esquina, habría quien padeciese torturado por propias y punzantes penas; pero que nadie sufriría un dolor tan hondo y acerbo como el suyo.

¿Ya se fué esa loca? preguntó misia Gregoria, abriendo los ojos y apartando las manos del torturado órgano auditivo, ¡qué carácter de muchacha! al momento se atufa, y no hay más que dejarla desahogar. Lo mismo era yo, a su edad. Nanita, ven acá, acércate. Susana obedeció.

Torturado por el sufrimiento, murmuró: Es locura, locura, ¡yo debería condenarme a evitarla, a no verla más! Y ocultó la cara entre sus manos. Cuando levantó la cabeza, las persianas estaban cerradas. A su alrededor, ahora, todo aparecía bajo un aspecto prosaico, desesperante.

Debería al menos hallarme abrumado de tristeza; jamás he tenido una ocasión tan bella. ¡Pues bien! ¡No puedo!... En el fondo de mi trastornado y torturado espíritu hay un pensamiento que lo domina todo y que me llena de una alegría sobrehumana. Mi alma es libre como un pájaro del cielo.

La que fue más grande y más fúnebre en su ya lejana época de esplendor, la que ha perseguido, torturado y destruido a mayor número de vivos en desagravio de los muertos, la que en mayor medida sigue achatando a los vivientes en homenaje a los fallecidos, es ya un poder en decadencia manifiesta, un gigante en el ocaso de su existencia; un poder social que gravita en favor de las hijas fósiles de la inteligencia humana y en contra de su nueva y robusta prole; un poder que fue absolutamente incontrastable hasta el siglo XV; un poder que fue aun irresistible para el común de los hombres, pero ya afrontable por los príncipes y los reyes hasta el siglo XVII; un poder que después de haber hecho temblar a los emperadores puede ser despreciado por los niños.

Sin embargo, era inocente. ¿Cómo se explica, Cristián, que se puedan producir iniquidades semejantes, que un desgraciado pueda ser entregado á los verdugos sin haber hecho nada para ser torturado, que se le insulte, que se le humille y que se le encadene, si no hay en su destino un castigo del cielo con el que ha sido ingrato?

En las pequeñas poblaciones es cosa corriente que la joven de buena familia, sin dote o con uno muy pequeño, participe de la educación y de los placeres de las muchachas ricas: piano torturado, pintura profanada, fútiles trabajos de aguja de los que enseñan a una joven a apasionarse por lo superfino cuando no tiene siquiera lo necesario...

Su pensamiento corría desatado en busca del misterioso origen, esperando una feliz casualidad como las que han entregado muchas veces los secretos de la Naturaleza a los hombres de ciencia. Discurría horas y horas al través de las calles, o por las afueras, abstraído, ojeroso, inquieto, torturado por recónditos anhelos de indagación, incomprensibles para los seres que cruzaban a su lado.

En aquel momento no dudó que haría brillar su inocencia con pruebas irrefutables. Una firme convicción reemplazó á la duda que le había torturado tanto tiempo hasta hacerle sospechar si en un momento de embriaguez que no recordaba habría, en efecto, cometido el crimen. Ahora se sentía en posesión de otra conciencia y se convertía en otro hombre libre corporalmente y dueño de su pensamiento.