United States or Canada ? Vote for the TOP Country of the Week !


Febrer se marchó a la torre. Margalida y su hermano apenas se fijaron en el señor. Habían abandonado la mesa para hablar más libremente del baile de la tarde, con una alegría de muchachos a los que estorba la presencia de una persona grave.

Imagínense ustedes una isla rojiza de aspecto salvaje, el faro en una punta, y en la otra una antigua torre genovesa, donde en mi tiempo habitaba un águila.

La nueva luz parecía embellecer su vida, haciéndola más amable. ¡Y él había podido ser como los otros, adorando la existencia en la ciudad!... La verdadera vida era ésta. Paseaba su mirada por la interna redondez de la torre. Un verdadero salón, más apacible para él que los de la casa de sus antepasados. Todo suyo, sin miedo a la copropiedad con prestamistas y usureros.

Desde largo tiempo había dejado de ver la torre d'Elven, cuya posición ni aun podía conjeturar, cuando se apareció repentinamente entre el follaje, levantándose á dos pasos de nosotros, con la prontitud de una aparición.

Cuando quisimos salir de la torre, grande fué nuestra sorpresa al hallar cerrada la puerta. Al parecer, el joven guardián, ignorando nuestra presencia, había dado vuelta á la llave, mientras nos hallábamos en la plataforma. La primera impresión fué la de la alegría. La torre era decididamente una torre encantada.

La torre de la catedral, que a la luz de la clara noche se destacaba con su espiritual contorno, transparentando el cielo con sus encajes de piedra, rodeada de estrellas, como la Virgen en los cuadros, en la obscuridad ya no fue más que un fantasma puntiagudo; más sombra en la sombra.

La iglesia de la Salud, cuajada de estatuas, tiene su torre, su cúpula, sus cinco fachadas; el interior, con monumentos y adornos de arte exquisitos.

Escrita en la Torre del gran Turco sigun diré por... Corrales, natural de Ocaña. Dióseme en Micyna á 31 de mayo de 1561. Por bajo, de letra diferente, se lee: «Está llena de mentiras

Ella manejaba las dos campanas más gruesas, dejándole a él los clarillos y esquilones. Muchas veces, teniendo que echar algún repique de importancia, subieron los cuatro a la torre.

Fatigado Morillo por la lucha que inútilmente habia sostenido contra la libertad, defendida por aquel pueblo heróico, solicitó su retiro del mando; aunque desatendida en un principio la súplica, al fin logró que le reemplazara el eminente y bizarro general Don Miguel de la Torre y se embarcó para Cádiz el 17 de Diciembre.