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Usted es buen amigo y buen caballero. Voy á ser franco. Pues sepa usted que esto se lo va á llevar la trampa. Esto se viene al suelo, y no tardará mucho. Se lo digo yo y bien puede creerme. Dice usted que soy un solemne tunante. Bien: pues yo le digo á usted que es un tonto rematado.

Entonces no me has entendido; porque ése es precisamente el amor tonto que yo exceptué; y el amor de que yo trato, es amor de más substancia, de más... en fin, que no es amor para doncellas.

El joven que voy a tomar por tipo general es un muchacho de regular entendimiento, pero que posee sin embargo más doblones que ideas, lo cual no parecerá inverosímil si se atiende al modo que tiene la sabia naturaleza de distribuir sus dones. En una palabra, es rico sin ser enteramente tonto.

OPERARIO. Me preguntó si podría ver a usted... Respondile que tenía visita... Y él, así como si fuera de casa, sin picardía, dijo: «Ya ... la señorita Electra. No me parece bien pasar ahora...» Y se fue. Lo siento. ¿Por qué no le anunciaste? ¡Pero qué tonto! OPERARIO. Dijo que volvería. MÁXIMO. Pues si vuelve, aunque esté aquí la señorita Electra, y mejor aun si está, le dejas paso franco.

Pero si en vez de decir no, dice usted por ahora no, aunque usted quiera decir lo mismo, si habla usted sobre todo con un tonto, como suele suceder, ha dicho usted una gran cosa. ¿Y qué cuesta decir dos palabras más? Convencidos hombres muy ilustrados de esta verdad, ¿cómo pudieran no usarlas continuamente?

Si no eres tonto , te casarás con ella replicaba Tellagorri. Y Martín se echaba a reir. DE CÓMO MURIÓ MARTÍN LÓPEZ DE ZALACAÍN, EN EL A

Pero ¡qué diablo! no soy tampoco un monstruo y no me parece enteramente imposible que una muchacha de talento y de corazón se enamore de un mozo que no es tonto, aunque no tenga la belleza de Apolo ni las gracias perversas de don Juan.

»Olga, ¿por qué lloras? le digo. Todo queda arreglado ahora. «Pero he ahí que yo también, gran tonto, me pongo a llorar como un niño. »Perdóname, Roberto dice su voz en mi oído. Mucho te he hecho sufrir, pero nunca más lo haré, nunca más. »¿Y ahora me amarás? pregunto, pues todavía no puedo creerlo.

Fermo, si siempre ha sido así, ¿por qué te me tuerces? ¿Por qué te me escapas? Si no hay tal, madre. hay tal, Fermo. No eres un niño, dices... es verdad... pero peor si eres un tonto.... , un tonto con toda tu sabiduría. ¿Sabes pegar puñaladas por la espalda, en la honra? Pues mira al Arcediano, torcido y todo, las da como un maestro... ahí tienes un ignorante que sabe más que .

No seas tonto, hijo mío, no seas tonto. ¿Dónde quieres que los lleve? Yo no tenía más que lo que ya habéis tomado; pero tengo un medio seguro de recompensar tu buena acción. ¿Y cuál? Don Ramón titubeó entonces.