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La tabernera dejó caer la cabeza sobre el mostrador, ocultándola entre sus manos, y así permaneció algún tiempo sacudida por incesantes carcajadas. Poco á poco estas sacudidas fueron siendo menos vivas, hasta que cesaron por completo. Al cabo alzó su rostro enteramente bañado de lágrimas, y dijo sonriendo: ¡Qué tonta soy! ¿verdad, Manolo? ¿Te has puesto mala? preguntó él con ansiedad.

Pues lo que has hecho esta tarde favorece a tu enemiga afirmó Rubín con severidad de médico, aguardando el efecto que tales palabras habían de hacer en ella . ; favorece a tu enemiga. eres tonta y no conoces la naturaleza humana. Yo, desde que entré en esta gran crisis de la razón, todo lo veo claro, y la naturaleza humana no tiene secretos para .

Tenía así el brazo derecho algo descoyuntado y andaba sin saco por la calle... ¡Pero lo peor era la estrella que me quemaba el pecho como una brasa! Afuera de mi casa noté una cosa bien tonta. Noté que el cielo era un gran toldo negro. Y el toldo se caía, por haberle quitado yo la estrella que lo sostuviera, en el cenit.

Que espere... Pues no faltaba más... replicó Jacinta con tedio . Que tenga paciencia, que también la tienen los demás. Y vosotras, ¿de dónde venís? ¿Nosotras? De ver amas de cría dijo la santa sonriendo. ¡Amas de cría!... , no es broma... amas, amas, amas. ¡Qué graciosa estás hoy!... Pues qué, ¿no te ha dicho esta tonta que hemos encontrado otro Pituso?

El barón, sentado cerca de un oidor viejo, le preguntaba si los moros blanqueaban sus casas con cal. Carezco de datos para responderos contestó el magistrado . Es punto que no ha merecido llamar la atención de Zúñiga, Ponz, don Antonio Morales ni Rodrigo Caro. «¡Qué ignorante!», pensaba el barón. «¡Qué pregunta tan tonta!», pensaba el oidor. Tenéis una prima lindísima dijo el príncipe a Rafael.

Ambos evitaban que en sus conversaciones surgieran ciertos nombres; pero una noche se habló, no por qué, de Juanito Santa Cruz. «Anda dijo Fortunata , que ya se habrá cansado otra vez de la tonta de su mujer. A bien que ella se tomará la revancha...». No lo creo... Pues yo ... afirmó la prójima fingiendo convicción . ¡Bah!

¡Ja, ja! gritaba burlonamente . ¿Conque también me echaréis a ? Está bien, os conozco desde hace tiempo, señora, he tomado mis precauciones a tiempo. Habéis sido lo bastante tonta para darme un escrito de vuestro puño y letra. Este documento es una espada suspendida sobre vuestra cabeza. Me obedeceréis, me obedeceréis os digo... o si no, la miseria, la ruina, la cárcel os espera.

A ti te pasan cosillas muy curiosas, picarona, y todas me las vas a decir, todas. Verás como no te pesa; verás como soy un buen confesor. La Nela sonrió con tristeza. Después bajó la cabeza, y doblándose sus piernas, cayó de rodillas. No, tonta, así estás mal.

El niño rompía el pescuezo mirando para los balcones, y usted atormentándole con su ausencia. ¡Pobre señor!... toda la tarde calle arriba calle abajo... Fortunata palideció, y con la mayor seriedad del mundo se dejó decir: «¿Quién... y cuándo?...». No se haga usted la tonta... Pues ayer tarde, cuando se retiró, ¡iba con una cara de mal humor...! Plantón como aquel no se ha llevado nunca.

Y la escuálida chiquilla miraba maliciosamente a su amiga gozándose en su mal humor y en la inquietud de Ramoncito. Yo no tengo gana de saber nada. Ya lo oye usted, Ramón. Esperanza no tiene gana de oir hablar de sus novias. Yo bien por qué es, pero no lo digo.... ¡Qué tonta eres, chica! exclamó aquélla con verdadero enojo.