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La Huerta, Teatro español: Madrid, 1785 y siguientes, 16 tomos. Contiene una introducción crítica y algunos breves artículos biográficos. Pellicer, Tratado histórico sobre el origen y progresos de la comedia y del histrionismo en España: Madrid, 1804, en dos tomos. Jovellanos, Memorias sobre las diversiones públicas: Madrid, 1812.

Pero si algún día me honra usted con su visita, verá un ejemplar de la Summa en muchos tomos, ¡en muchos!, y usted, que está más acostumbrado a los estudios, pasará un rato celestial. Yo no puedo; se me embrolla el pensamiento, me da vueltas la cabeza apenas leo cosas profundas. Soy un pobre animalito de Dios, con menos talento que la hermana hormiga que pasa junto a mis pies.

Los nombres de los colaboradores artísticos de esta edición, pintores eximios los unos, dibujantes habilísimos los otros, van a la cabeza de los diez tomos. Estos nombres, algunos de los cuales gozan ya de universal fama, y los demás la obtendrán seguramente, son demasiado conocidos y no necesitan que se les haga aquí un panegírico.

González de Salas, Ilustración á la Poética de Aristóteles, sección 8.ª Colección de las mejores coplas de seguidillas, tiranas y polos que se han compuesto para cantar á la guitarra, por D. Preciso: Madrid, dos tomos. Tomo I, página 12. Poesías de Francisco de Quevedo: Bruselas, 1670, tomo III, pág. 233.

Tenemos necesidad de músculos fuertes para poder llevar, el día en que al fin conozcamos la dirección de nuestras mujeres y de sus raptores, los pesadísimos volúmenes del código civil, las colecciones de las leyes y las resoluciones del Senado, así como los cuatrocientos tomos escritos con motivo de nuestro asunto por los sabios juristas, en los que se prueba, con una claridad meridiana, la ilegalidad del acto que los romanos cometieron.

Tres mañanas llevaba Pepe de buscar tomos para juntar los de distintas obras, colocando éstas luego lo mejor posible, cuando al cuarto día, estando en el despacho despidiéndose de don Luis, oyó de pronto abrir cautelosamente una puerta a su espalda y una voz de mujer preguntó: ¿Puedo entrar? Era la señorita del retrato, la de la pluma color de rosa.

Sin embargo, ese cálculo no es seguro, porque ni se sabe con seguridad la época, en que comenzó á escribir, ni tampoco la extensión, que ha de atribuirse á cada pliego. La reimpresión en cinco tomos de las obras sueltas añade ciento veinte títulos, sacados probablemente de una edición posterior.

Antonio González, lector incansable de novelas en varios tomos, creía en Juan Ort y otros personajes igualmente interesantes que venían á acabar su existencia en una tierra donde á nadie le preguntan su pasado.

Había devorado en la calle su modesta colación; la carne pecadora ya tenía bastante. Fijaba sus ojos enfermos en Feli con cierta inquietud, turbado por la presencia de una mujer joven y bonita en su propia sala, en medio de los estantes empolvados repletos de tomos de pergamino que guardaban toda la sabiduría y la santidad del mundo. ¿Conque usted es la señora del señor de Multrana?

Sobrados pleytos tengo sin esos que fallar. Mas me hubieran agradado sus obras filosóficas; pero quando he visto que de todo dudaba, he inferido que lo mismo sabia yo que él, y que para ser ignorante á nadie necesitaba. ¡Hola! ochenta tomos de la academia de ciencias; algo bueno podrá haber en ellos, exclamó Martin.