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En tomando asiento los indios, que todos dan la cara a la plaza, vienen las mujeres e hijas de los convidados, cada una con un plato de barro grande; llega y lo pone debajo de la mesa, a los pies del padre o marido, y se retira un poco, manteniéndose en pie, frente de su marido, todo el tiempo que dura la comida, la que van sirviendo algunos indios, que traen a cada convidado un plato de buen porte colmado de comida, del que come un poco o hace que come, y luego lo desocupa en el plato que tiene a sus pies; da el plato vacío, y se lo vuelven a traer lleno de otra cosa o de la misma, y hace lo mismo que con el primero; y así continúan hasta que concluyen.

Toda su persona parecía haber disminuido el volumen tomando aspecto más firme y más preciso; y el vestido de viaje, que sabía llevarlo maravillosamente, completaba la fina y robusta metamorfosis.

Pero algunos se desmandaron, tomando equivocadamente la familiaridad por otra cosa, y faltos de palabras, fueron largos de manos... Hubo bofetadas, Juanillo, y algo peor. Esa moza es de cuidado. Parece que tira a las armas blancas, que sabe dar puñetazos como un marinero inglés, y, además, conoce ese modo de reñir de los japoneses que llaman jitsu.

Es de necesidad, señor don Alejandro: como que vamos casi de proa al viento. Mucho más ha de inclinarse todavía. ¡Buen consuelo, hombre! Ya le va tomando el gusto al agua... ¿Oyen ustedes cómo la paladea? Y también veo respondió Bermúdez , que la destina a otros usos. ¡Mira, mira, Nieves, cómo se tumba el condenado, para fregotearse las costillas con ella! ¿Qué te parece de esto, hija?

Y tomando su caballo mancarron viejo, que desde el principio le dieron, se enderezó á seguirlos, y resagándose, vino la noche, y dejó el rumbo, tomándole hácia la costa del mar, que caminando toda aquella noche y el medio dia siguiente, se puso en ella, y á las orillas de un pequeño riachuelo, con algunos sauces, á su sombra sesteó: y á hora de visperas vió venir á él un indio á caballo que le dió bastante susto, pero el tal indio era de la gente del cacique, que nombran D. Nicolas Bravo, quien de paz comunica y comercia con esta ciudad.

Todos los días veían lo mismo: las mujeres cosiendo y cantando bajo las parras; los hombres en los campos, encorvados, con la vista en el suelo, sin dar descanso á los activos brazos; Pimentó tendido á lo gran señor ante las varitas de liga, esperando á los pájaros, ó ayudando á Pepeta torpe y perezosamente; en la taberna de Copa unos cuantos viejos tomando el sol ó jugando al truco.

El perro habrá visto á un hombre que se inclinaba hácia el suelo, que despues se movia, y le arrojaba una piedra; y á consecuencia habrá experimentado una sensacion dolorosa; cuando vea pues á otro hombre en la actitud de inclinarse, y en seguida tomando el ademan de la otra vez, echará á correr; porque enlazadas en su memoria las sensaciones de inclinarse, del ademan, y del dolor, se excitará la tercera con la presencia de las dos primeras: y el instinto de preservarse del daño, le inspirará la fuga.

Asustábales, principalmente, el dineral que costaría todo aquello, y después el temor de que «por el visual que iba tomando la casona por adentro», se les cerraran la puerta y la cocina, teniéndolos en poco para darles entrada libre como antes.

El doctor Talberg, á la vuelta de América, la había abandonado para casarse con una joven fea y rica, hija de un negociante, senador de Hamburgo. Otros habían explotado igualmente su juventud, tomando su parte de alegría y de belleza para unirse luego con mujeres que sólo tenían el atractivo de una gran fortuna.

En 1792, habiendo sido informado el administrador de Concepcion que cerca de las cabeceras del rio Blanco existia una tribu de indios salvages, dio parte de esta circunstancia al gobernador Zamora, quien dispuso se les fuese á buscar, tomando para ello todas las medidas necesarias . En 1794, haprimitiva de la nacion, de entregarse sin reserva á todos sus deudos.