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La marquesa le interrumpió: Ríete cuanto quieras, como te ríes de todo; este es un privilegio que la naturaleza te ha dado, como al sol el de brillar. Pero sabed, don Federico, que ese nombre, tan ridículo a los ojos de mi sobrino, es uno de los más ilustres y más antiguos de España. Debe su origen a la batalla de las Navas de Tolosa...

Pronto llegará el dia de la decision. Ved cuán rápidamente se pulveriza el coloso hecho pedazos en los hondos valles de las Navas de Tolosa . La anarquía ha vuelto á apoderarse de la España musulmana despues de la gran derrota, y los cristianos van cada dia ensanchando sus fronteras.

Sólo de brujos y brujas, si hemos de creer á Michelet, en Tréveris quemaron siete mil; pocos menos en Tolosa de Francia; en Ginebra quinientos en tres meses; en Wurtzburgo, ochocientos de una sola hornada, y mil quinientos en Bamberg. Convengamos en que jamás hubo en España tan espléndidas y colosales chamusquinas.

En el Museo de Artillería de Madrid se conserva un ejemplar de lombarda pequeña, de las de dos libras, cuyas dimensiones corresponden exactamente con las de la relación de Ruiz de Ibarra y Pérez de Tolosa y también con inventario del año 1500, copiado en Simancas por el brigadier de ingenieros Sr. Aparici.

Tal era la historia de Joshé Cracasch, que contó Dantchari, el Estudiante, con algunos latinajos más de los que pone el autor. Al tercer día de estar en la venta, la inacción era grande, y entre el Jabonero y Luschía acordaron detener aquella mañana la diligencia que iba desde San Sebastián a Tolosa.

Alza tu frente y observa: legiones de nazarenos estan ordenándose en batalla á la sombra de sus grandiosos estandartes, de esos estandartes con que vencieron en las Navas de Tolosa. El que las acaudilla es un rey que goza del favor del cielo: ángeles enviados por Cristo sostienen su bandera; palabras de bendicion estan escritas por la misma mano de Dios sobre la hoja de su espada.

Al rendirse Valencia al mariscal Suchet, le habían llevado prisionero, con unos cuantos miles más, á una gran ciudad: Tolosa de Francia. Y mezclaba en la conversación, horriblemente desfiguradas, las palabras francesas que aún podía recordar después de tantos años. ¡Qué país!

Yo no creo hubieran podido escapar con carros ni sin ellos, porque allí estábamos nosotros para impedírselo; pero sea lo que quiera, lo cierto es que Napoleón dijo algún tiempo después a Savary en Tolosa, hablando de aquel desastre tan funesto al Imperio: «Más hubiera querido saber su muerte que su deshonra.

Ella respondió con mucha humildad que se llamaba la Tolosa, y que era hija de un remendón natural de Toledo que vivía a las tendillas de Sancho Bienaya, y que dondequiera que ella estuviese le serviría y le tendría por señor. Don Quijote le replicó que, por su amor, le hiciese merced que de allí adelante se pusiese don y se llamase doña Tolosa.

Era el 16 de julio; en este día la Iglesia celebra, además de la advocación del Carmen, el Triunfo de la Santa Cruz, fiesta conmemorativa de la gran batalla de las Navas de Tolosa, ganada contra los infieles por castellanos, aragoneses y navarros, en aquellos mismos sitios donde nosotros nos batíamos con Francia, y en el mismo 16 del mes de julio. Habían pasado quinientos noventa y seis años.