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Contestóles Reseguin verbalmente en los términos mas benignos y eficaces para consolarlos, y no obstante su corto número de tropas, determinó dejarles á D. Joaquin de Soria, teniente del regimiento de infanteria de Savoya, oficial de acreditado espíritu y conducta, con 25 veteranos y salteños: destacamento que le pareció suficiente, así para tranquilizarlos, como para sostener la expedicion, que de aquellas propias milicias habia dispuesto entrase en la provincia de Lipes, con las miras de hacer presos á los cabezas principales de aquel levantamiento, libertar la muger del difunto corregidor, que aun mantenian prisionera, vestida á su uso, y en servicio de una de las indias principales, y tambien para acabar de afianzar la quietud de aquellos naturales, cuyas turbaciones se daban las manos con las de la provincia de Porco, que suscitaban en Yora, Tomabe y otros pueblos, algunos ánimos inquietos: las que dieron no pocos cuidados y desvelos á la imperial villa de Potosí, que se vió muchas veces amenazada de ser invadida por aquellos insurgentes, cuyos temores tomaban mayor incremento, por la impericia militar y natural en un Gobernador togado, que sobresaltaba y precavia mas de lo que era necesario, para las amenazas que diariamente le dirigian los rebeldes, con el fin de mantenerle en continuo subsidio, hasta que las acertadas operaciones de Reseguin hicieron calmar todos los recelos, como lo espresa el mismo Gobernador D. Jorge Escobedo, en carta de 9 de Abril de 1781, en que lo dice aquel Ministro: "Confio se restablezca la quietud de estos lugares, porque ya parece manifiestan el miedo, que los primeros pasos de Vd. les ha dado; pues ayer hubo carta, en que piden se interceda por ellos para el perdon, y en Tomabe podrán á estas horas estar presos los principales."

Pues, en camino para reunirse con su madre; partió ayer en el vapor, con rumbo al Este y transportada por favorables vientos hacia aquélla que, sin duda, la espera con los brazos abiertos. La señora de Ponce permaneció inmóvil. El coronel sintió que su pecho se encogía poco a poco, pero apoyose contra una silla, y se esforzó en ostentar una galantería caballeresca unida a la severidad del togado.