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Y en medio de esta sed rabiosa, había que economizar líquido para dar de beber al caballo, al toro procreador, a la vaca de vientre, al naranjo en maceta, al olivo de plantel, a todas las novedades animales y vegetales que llevaban allá como tesoros, estimados en más que la vida de los hombres... Y como si no bastasen tantas tribulaciones, habían de abrirse paso a cañonazos entre los buques enemigos, ingleses, holandeses o franceses, que, según las variaciones de la política española, les salían al encuentro para impedir sus viajes.

La judía de Toledo, de Diamante, presenta el mismo argumento que conocemos ya, recordando Las paces de los reyes, de Lope. «Todas las primeras damas del Teatro Español, dice Signorelli, aprenden para demostrar su talento el papel de La judía de Toledo, de la comedia del mismo título de Diamante.

Gozando nosotros del espectáculo encantador que el manantial nos ofrece, nos es fácil comprender por qué los árabes, los españoles, los campesinos de los Pirineos y otros muchos hombres de todas las razas y de todos los climas han creído ver en las fuentes «ojos» de seres encerrados en las tenebrosas entrañas de las rocas, con los cuales contemplan el espacio y la verdura.

En aquella ciudad, á donde había llegado la fama de lo sucedido habían ya prevenido el insigne colegio de San Antonio y el Noviciado algunas lanchas en que salieron á recibir á los nuestros, y con el mayor cariño y amor que es imaginable, les procuraron reparar de los trabajos pasados, y por todo el tiempo que allí se detuvieron usaron con ellos de todas aquellas finezas de caridad que son tan propias y antiguas en aquella observantísima provincia de Portugal.

Todas las consideraciones que su deseo le sugería no bastaban a destruir la gran certidumbre que, sin saber cómo, se le había colado de rondón en el cerebro. Algunos pormenores, que habían pasado para él inadvertidos, adquirieron de pronto alto relieve, se alzaron como antorchas encendidas para guiarle.

5 E hicieron la pascua en el [mes] primero, a los catorce días del mes, entre las dos tardes, en el desierto de Sinaí; conforme a todas las cosas que mandó el SE

"¿Cómo pudo ocurrírseme, pensó, que ella me tendrá en cuenta ahora, justamente ahora que todas sus preocupaciones van hacia Lagos? Se habrán citado, con seguridad, en alguna parte, en casa de las muchachas fantásticas, por ejemplo. Tal vez han pasado toda la tarde allí. Y he sido tan torpe para no adivinarlo.

Continuó por algunos días la explicación de la doctrina cristiana, oyéndole siempre con igual gusto y provecho; y pareciéndole ya tiempo de quitarles todas las ocasiones de recaer en la idolatría, ordenó que trajesen á la plaza los tabernáculos, las esteras y cuanto servía al culto de sus dioses, y pisándolo todo por escarnio y llenándolo de inmundicia, lo hizo abrasar, reservando solamente un instrumento astronómico de bronce, que representaba al sol y luna con los otros signos del Zodiaco; don que muchos siglos antes les habían dado los demonios, y después todos juntos se pusieron á bailar y cantar algunas canciones al son de los instrumentos que entre ellos se usan.

Te conviene una tranquilidad absoluta, renunciar a los deseos vehementes, a las cavilaciones que la no satisfacción de ellos te produce; viajar menos, ahogar todo apetito loco de los sentidos, renunciar a todos los excitantes malsanos; no me refiero solamente al café y al , sino más principalmente a los excitantes imaginativos e ideales; huir de las emociones, y cortarte la coleta de banderillero, con intención de no dejártela crecer más; trazar una raya en tu vida y decir: «ni Cristo pasó de la Cruz, ni yo paso de aquí». Si tuvieras treinta o treinta y cinco años, te aconsejaría que te casaras; pero más vale que te hagas la cuenta de que por reciente providencia judicial... o divina, han desaparecido todas las mujeres que hay en el mundo, casadas, solteras y viudas...

Los de Santo Angel ya habian hecho otra semejante carta, y enviaron 20 hombres al Monte Grande, hácia el pueblo de San Javier, á disponer el camino. Pero despues se perturbaron todas las cosas por la pertinacia y sugestiones de los demas pueblos, y porque diez caciques de la Concepcion vinieron acá donde estabamos.