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Toda aquella noche la pasé en un frenesí, en un delirio interior, que no cómo disimulaba. Me retiré de casa de Pepita muy temprano. En la soledad fue mayor mi amargura.

Y a las casas de los ricos... y.... ¡Asús!, ¡fuego, mujer! Y afusil... y afusil... ar.... ¿Afusilar... a quién, mujer, a quién? A... a los prisioneros, y al arzobispo, y a los cur.... ¡Infames! ¡Tigres! ¡Calla, calla, que parece que la sangre se me cuajó toda!... ¿Y quién hizo eso? ¡Pues vaya unas barbaridás que cuentas!

Un sentimiento de hipocresía ha negado al ilustre poeta el consuelo de dormir entre Shakespeare y sus dignos compañeros. La iglesia es una soberbia creación gótica, en toda la pureza de su imponente gallardía: Westminster es, sin duda alguna, uno de los mejores templos que he visto. En frente está el famoso Parlamento, magnífico y colosal edificio, gótico todo, purísimo, admirable.

16 Toda la congregación del SE

Iré, pues, a París; no cuándo, pero será antes del mes de mayo, yo se lo aseguro a usted. »Se acerca ya el buen tiempo; iniciarase la era de los viajes, y a las orillas del Rhin, vendrá a reunirse una sociedad de la que yo quiero huir a toda costa. El mejor medio para evitar su encuentro, es refugiarme en ese París que todo el mundo abandona en el verano.

Aquel odio hacia Clotilde que Julia no podía encubrir ¿era expresión más o menos exagerada de desprecio y superioridad, o era el rencor de un alma a quien se habían cerrado las puertas de la dicha? En una palabra, ¿habría Julia sentido por Molínez un amor tibio y pasajero, ya extinto, o una de esas pasiones que en la adversidad se exacerban y llenan toda la vida?

El Corrillo de la Hierba se llama aquel sitio. Se lo recomiendo á toda persona de buen gusto que vaya á Salamanca.

Libertad, pues, y adiós para siempre la ilusión de toda su vida, el sostén y fundamento de su ser moral; adiós nobleza, marquesado, fortuna... Mas ¿por qué afligirse tanto, si en misma hallaba Isidora indecibles consuelos? Libre y ya sin pretensiones, procuraría ser siempre muy señora. ¿Acaso el verdadero señorío no puede existir sin títulos y grandes riquezas?

Los que penetraban en la sala y la veían en aquella actitud murmuraban entre palabras de sorpresa y se retiraban silenciosamente, conmovidos y admirados. Por fin, toda la gente de fuera se fue retirando, y la misma María se encerró en su cuarto a descansar, que harto lo necesitaba después de la amarga serie de peripecias y los grandes trabajos que había padecido en el espacio de algunas horas.

Sobre el carro amontonábanse, formando pirámide hasta más arriba de los varales, toda clase de objetos domésticos. Era la emigración de una familia entera.