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No solo estamos ciertos que existimos, sino tambien de que somos una cosa distinta de los demás, y si en algo está profundamente marcado el sentimiento de esta distincion es en lo que toca á los fenómenos de nuestra conciencia.

Baco donde ella esta, su gusto anuncia, Y ella derrama en coplas el poleo, Compa, y vereda, y el mastranzo, y juncia. Pero aquesta que ves, es el aseo, La gala de los cielos y la tierra, Con quien tienen las musas su bureo, Ella abre los secretos y los cierra, Toca y apunta de qualquiera ciencia La superficie y lo mejor que encierra.

Pues hagamos alto; encima de la tierra está el cielo; sobre el hombre está Dios. A Dios toca lo que el hombre no puede arreglar, y un hombre es el padre. Hay tres cosas en este mundo, sobre las cuales no puede ponerse una mano airada; tres cosas que todos debemos reverenciar, porque son un depósito de la Providencia: una idea, una lágrima y un amor.

¿Qué vas a tocar? No , ché, Melchor... estoy pensando. ¡Toca el pericón nacional!... que es de circunstancias. No lo ... ¿Y los tristes argentinos... que son tan lindos? Tampoco... de memoria no los recuerdo. ¡Bueno! toca lo que te la gana. El quinto nocturno...

¿A ? dijo Meñique; no hay cosa más fácil que hacer un poco de lugar. Y se abrió con el cuchillo de arriba abajo la chaqueta y el gran saco de cuero. Ahora te toca a ti dijo al gigante; haz lo que yo hago. Muchas gracias dijo el gigante. Prefiero ser tu criado. Yo no puedo digerir las piedras.

Eso de luces, á Me toca, pues á la negra Noche di participadas Del sol las luces, que en ellas Alumbraron; y así ahora, Porque mejor resplandezcan, Os he de enseñar al sol En anticipada idea De sus sombras y mis luces Pendiente, en correspondencia Del áspid, en otra vara Más prodigiosa que aquélla.

Por eso he venido; cada que don Ricardo toca, siento una gran alegría, señor, y se me hace que es la niña Lola y que está la familia, y hasta me parece que el viejo anda por aquí. Es el poder evocador de la música, Baldomero; probablemente usted no ha oído aquí más que a las muchachas. Así es, don Lorenzo.

Y por lo que toca a su negra que dicen honra, tomaba una paja de las que aun asaz no había en casa, y salía a la puerta escarbando los dientes que nada entre tenían, quejándose todavía de aquel mal solar diciendo: "Malo está de ver, que la desdicha desta vivienda lo hace. Como ves, es lóbrega, triste, obscura. Mientras aquí estuviéremos, hemos de padecer.

A pesar del distinto temple moral de aquellos hombres, creo que en los solemnes momentos que precedieron al primer cañonazo, la idea de Dios estaba en todas las cabezas. Por lo que a toca, en toda la vida ha experimentado mi alma sensaciones iguales a las de aquel momento.

¿Qué, ya no toca más, don Ricardo? le preguntó Baldomero, al mismo tiempo en que Melchor le decía: ¡Macanas de éste! señalando a Lorenzo.