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Treinta años aterrando al mundo con el estrépito de su sable y sus bigotes fanfarrones; treinta años de titularse «señor de la guerra», haciendo temblar á los pueblos con su ceño, sus actitudes heroicas y sus frases teatrales; treinta años de preparar millones de hombres para el matadero, obligando á los pueblos á vivir armados en plena paz, y cuando apunta la desgracia para él, cuando considera su existencia en peligro, huye vergonzosamente al extranjero, abandonando á los suyos, lo mismo que un comerciante que hace quiebra fraudulenta.

Si el propósito se hubiera aclarado y marcado más, acicalando el autor el estilo irónico y aguzando su punta, en vez de titularse la novela Lully Arjona, hubiera podido tener por titulo Derribo de ideales.

Gener viene a desvanecer mi esperanza, a marchitar mi deseo y a derribar la fe en el super-hombre que empezaba ya a nacer en mi alma. El último artículo del libro del Sr. Gener, que se titula El hiper-positivismo, debiera titularse El hiper-negativismo, porque lo niega todo, echando a rodar cuanto se sabe: todo fundamento de saber, todo criterio de verdad, toda afirmación de que exista algo.

Mi tutor se llamaba Ulpiano García Pignorado, pero todo Madrid le designaba por el segando apellido; Pepe ponía naturalmente después del García paterno el apellido de su madre: además, al morir mi tutor, Pepe vino de Londres, recogió su herencia y se volvió al extranjero: viajó mucho y en Roma, por un donativo que hizo al Papa durante una peregrinación, consiguió titularse con el nombre de una dehesa de Manjirón que tenía cerca del Escorial.

Después estaba el gran libro, el más precioso de la casa, lo que podía titularse la carta de nobleza de Matanzuela.

A los tres o cuatro meses de instituida aquella sabia y nobilísima Sociedad, comprendimos la urgencia de tener un órgano en la prensa, y resolvimos incontinenti fundarlo. Había de ser semanal y titularse La Abeja.

A fuerza de titularse «Madame Ojeda» había olvidado su verdadera situación, y se indignaba, con todo el fervor que inspira el derecho de propiedad, sólo al pensar que alguna mujer pudiera arrebatarle «su marido».

Tienen este templo y convento de Mínimos, ya desierto, su situacion extramuros de la ciudad, cerca de la puerta Gallegos y Almodovar, y en la escritura de donacion á que debió su existencia se lée la condicion de que habia de titularse Monasterium Sanctæ Mariæ de Victoria de hortis, para que se perpetuase la memoria de santuario tan antiguo.

Los antiguos mozos de cordel que ganan millones por tener en la laringe la enfermedad del tenorismo, las señoritas de bata blanca y cabellera suelta que se hacen las locas entre fermatas y gorgoritos, a su antiguo oficio o a coser a máquina. De volver a titularse artistas, sufrirían la pena que marca el Código por falsedad de estado civil.

Además, en la popa estaba el cañón, resguardado por una caperuza de lona, pronto á entrar en funciones. Vió casi realizados los ensueños de su niñez, cuando devoraba historias de corsarios y novelas de aventuras marítimas. Le era lícito titularse capitán «de mar y guerra», como los antiguos navegantes.