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Nunca había reunido el Emperador una flota tan imponente. Era en Octubre. El experto Doria ponía mal gesto. Para él no existían en el Mediterráneo otros puertos seguros que «Junio, Julio, Agosto... y Mahón». El Emperador se había retrasado demasiado en el Tirol e Italia. El papa Paulo III, al salir a su encuentro en Luca, le había profetizado desgracias por lo avanzado de la estación.

El príncipe que el Cielo habia destinado para esposo de Doña Juana, habitaba entonces un suntuoso palacio en Lande, pueblo del Tirol; mas cerciorado de la venida de su cara prometida, abandonó este, dirigiéndose con la mayor velocidad á Lieja, donde tuvo el placer de admirar la belleza de la infanta, despues de haberla esperado impaciente en esta ciudad trece dias.

Entre Brescia y Verona, se presenta el lindísimo lago de Garda, de treinta millas de extension, el mayor de Italia, desde el cual por medio de excelentes vapores se hace el viaje á Trento, al Tirol y otros varios puntos.

D. Fernando y Doña Isabel no quisieron tampoco prolongar su casamiento, asi es que contando apenas quince años, esto es, en 1494, ajustaron las deseadas bodas con D. Felipe, archiduque de Austria, duque de Flandes, de Artois y del Tirol, é hijo del emperador de Alemania, Maximiliano I. Ajustadas que fueron, al instante se dió principio á los preparativos de marcha con el boato y solemnidad dignos de la hija de tan poderosos señores.

Los detalles de mi regreso al hogar, son poco interesantes. Fui directamente al Tirol, donde pasé quince días en la mayor quietud y buena parte de ellos en cama, con fuerte fiebre; fui también víctima de una reacción nerviosa, que me dejó débil como un niño.

Mientras esto tenía lugar, continuando siempre mis indagaciones en los archivos de los Porhoet había puesto la mano como dos meses antes de mi salida del castillo sobre una pieza singular, cuyo texto literal era el siguiente: «Don Felipe, por la gracia de Dios, Rey de Castilla, de León, de Aragón; de las dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarbes, de Algeciras, de Gibraltar, de las islas Canarias, de las Indias Orientales y Occidentales, islas y tierras firmes del mar Océano, Archiduque de Austria, Duque de Borgoña, de Brabante y de Milán, Conde de Habsburgo, de Flandes, del Tirol y de Barcelona, señor de Vizcaya y de Molina, etc., etc.

Arturo Farinelli, profesor en Innspruck, capital del Tirol, y tan docto y entusiasta apreciador de nuestra lengua y literatura, como de la alemana, y de la de Italia, su patria.

Mi tío Guillermo solía decir, y lo sentaba como máxima invariable, que nadie debe pasar por París sin detenerse allí veinticuatro horas. Y yo, con el respeto debido a la madura experiencia de mi tío, me instalé en el Hotel Continental de aquella ciudad, resuelto a pasar allí un día y una noche, camino del... Tirol.

Pero como nunca había acostumbrado enterar a mis parientes del itinerario de mis excursiones, y además en aquel caso esperaba resuelta oposición por su parte, me limité a decir que salía para el Tirol, objeto favorito de mis viajes, y me gané la aprobación de Rosa diciéndole que iba a estudiar los problemas sociales y políticos del interesante pueblo tirolés.

Y la mejor prueba de que me equivocaba de medio a medio, es que estoy escribiendo el prometido libro, aunque confieso que ni me puede servir a para lanzarme a la política, ni tiene nada que ver con el Tirol. Y bien puedo añadir que tampoco merecería la aprobación de la Condesa mi cuñada, suponiendo que yo lo sometiese a su severa censura; cosa que me guardaré muy bien de hacer.