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Ferragut salió despedido como un proyectil, cayendo en los espumosos remolinos, y al caer tuvo la percepción de que rodaban igualmente, llovidos en el mar, hombres y toneles. Vió blancuras burbujeantes y simas negras. Se sintió empujado por fuerzas contradictorias. Unas tiraban de su cabeza y otras de sus pies en sentido inverso, haciéndole voltear como la saeta de un reloj.

Tío por aquí, tío por allá; la una le quitaba el sombrero, la otra tomaba su bastón, y las dos tiraban a un tiempo de su paleto, sonriendo ligeramente al ver el chaqué, que quedaba al descubierto, y que con sus cortos faldones dábale el aspecto de un pájaro desplumado. Las pobrecillas ya sabían vivir.

Había cosecheros que usaban calañés y vivían en un casucho de las afueras como pobres, alumbrándose con un velón; pero al pagar una cuenta tiraban de un saco que tenían debajo de la mesilla de pino como si fuese un saco de patatas, y ¡eche usté onzas!

Ayudó Sancho, por su parte, a la soltura de Ginés de Pasamonte, que fue el primero que saltó en la campaña libre y desembarazado, y, arremetiendo al comisario caído, le quitó la espada y la escopeta, con la cual, apuntando al uno y señalando al otro, sin disparalla jamás, no quedó guarda en todo el campo, porque se fueron huyendo, así de la escopeta de Pasamonte como de las muchas pedradas que los ya sueltos galeotes les tiraban.

Y en cuanto las doradas mazorcas comenzaron á descubrirse dieron comienzo igualmente los cánticos, las risas, las bromas y los gritos. Ellas tiraban de las hojas y arrancaban las que sobraban: ellos trenzaban las espigas en largas ristras que subían luego al desván. Jacinto se sentó al lado de Flora, que desde hacía ya algunos días acompañaba á D.ª Robustiana y la ayudaba en las faenas del otoño.

Luego se vio que desde el corredor alto tiraban un par de botas, luego un mantón... Bajarlo, hijas, bajarlo dijo desde el patio la Superiora, mirando hacia arriba y ya recobrada la serenidad con que daba siempre sus órdenes. Fortunata bajó un lío de ropa, y recogiendo las botas, se lo dio todo a Mauricia, es decir, se lo puso delante.

La gracia de Perico Sosa hizo cambiar el burlesco llanto en homérica carcajada... Después, cada cual se puso a divertirse por su cuenta... Quienes jugaban a las damas en improvisados dameros, quienes conversaban fumando, quienes discutían, quienes tiraban bolillas de papel... Y, en tanto, monsieur Jaccotot seguía como una estatua, con la vista fija en el aire, acaso contemplando dolorosamente el pasado, el presente, el porvenir...

Algunos creían contemplar la vieja gloria de la Revolución, que despertaba triunfante después de un siglo de letargo. De pronto se vió á pie y sola. Había desaparecido el cañón y los jóvenes que tiraban de él. Ahora estaban en la rue Royale, frente á los restoranes más elegantes.

Otras veces entraban los demonios con mucho tropel y ruido y cogiéndole por los pies le sacaban arrastrando por el dormitorio hasta el claustro; unos le daban golpes y bofetadas, otros le pisaban el vientre y la cabeza, otros le arañaban el rostro y tiraban a sacarle los ojos; pero invocando los nombres Jesús, María y José, se iban y lo dejaban." Diversión económica

Traía en las muñecas unas cuentas de vidro, pero a él le dieron vislumbres de preciosas perlas orientales. Los cabellos, que en alguna manera tiraban a crines, él los marcó por hebras de lucidísimo oro de Arabia, cuyo resplandor al del mesmo sol escurecía.