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No había borrado de sus tablas de la ley ni un tilde ni una coma de los mandamientos divinos. Lo único que hacía era dar más vigor, si cabe, á toda prohibición de actos que produzcan dolor, y relajar no poco las prohibiciones de todo aquello que á él se le antojaba que sólo traía deleite ó bienestar consigo.

No dudando yo proseguía el soldado , sirviéndome de disculpa para este mal pensamiento los sucesos ahora acontecidos, y sin que sea visto agraviar en un tilde la caridad de María, que para las obras pías dispensadas al lisiado Cigarral han intervenido y valido en mucho los merecimientos de D. Lope de Zúñiga, porque os hago saber, señor, que allá relatando, aquí mintiendo, y siempre alterando la verdad, como hace todo viajante, acerté a nombrar en una de tantas novelas vuestro apellido y condición, y no hay duda que desde entonces merecí más atención y agasajo, si no digo mayor caridad y limosna, de esa hermosísima señora de vuestros pensamientos.

No es rico para pagar unos convites con otros, ni es zafio tampoco para pagarlos de otra manera sin el menor disimulo; pero, quizás sin pensarlo, paga los obsequios que recibe y no hay quien le tilde de pique-assiette o de parásito. Los cumpleaños, las bodas y otras festividades le ofrecen ocasión, que él aprovecha, de pagar cumplidamente cuantos obsequios recibe.

También sabían de memoria, sin olvidar una tilde, los romances de matones, guapezas, robos, asesinatos, anécdotas del patíbulo. Cuando Mariano ganó tres reales, Juan Bou, haciendo justicia a sus progresos, atendió sus reclamaciones. El muchacho aborrecía la caja. Quería trabajar en litografía; pero como no tenía aptitud ni pulso para el dibujo, quiso ser estampador.

Son dos viejas cenceñas, enjutas, acartonadas; visten los oscuros trajes de la gente castellana azul oscuro, pardo negruzco, intenso blavo. Una de ellas tiene la nariz remangada y la boca saliente; otra tiene la boca hundida y la nariz bajeta. Y las dos miran al mozo, mientras hablan, con sus ojuelos grises, diminutos, un poco ingenuos, un tilde picarescos.

En esta parte secundaria puedo yo valerte. Acudiré a una comparación a fin de que mejor lo entiendas. Figúrate que la historia de nuestro linaje es como drama maravilloso, compuesto por un divino poeta, el cual ni consiente ni puede consentir que se altere, ni se cambie ni una sílaba, ni un tilde de lo que ha compuesto.

Pero en lo tocante a Lituca, no enmendaba una tilde de lo convenido. Era de lo más mono y hechicero que podía buscarse en estampa y en carácter de mujer; y además, lista y sensible y buena, sin contar lo de hacendosa y hábil. Gran barro, indudablemente, para formar una compañera a su gusto un Adán como yo, en un paraíso de la catadura de Tablanca.

Se ha ofendido la damisela, dijo un campesino. Venid acá, señor físico, y sangrad á este querubín antes que se nos desmaye. ¡Seguid vuestra canción, maese Lucas, que no hay tilde que ponerle! ¿Estamos en una venta ó en el salón de mi señora la baronesa?

Me dolería haberla molestado con este rasgo de franqueza, y la suplico que me perdone si he tenido esa desgracia; pero conste que no rebajo una tilde de lo dicho, porque yo no falto a la verdad por ningún respeto humano.

En virtud de tal consideración, o la dama no tomará jamás un libro en sus blancas y lindas manos, o si despunta por lo literata o lo filósofa, traerá también de París su pasto espiritual, como trae sus primores, adornos, elegancias y materiales regalos. No se me tilde de delator. Yo no delataría ni acusaría a la dama, si ella sola pecase. Cuál más, cuál menos, todos pecamos por el mismo estilo.