United States or Antigua and Barbuda ? Vote for the TOP Country of the Week !


Os confieso que sólo conozco cuatro personas dignas de que yo les tienda la mano, de que yo las hable palabras de verdad, de que yo las ame, de que yo me sacrifique por ellas.

Su satisfacción fue todavía mayor cuando en La Campana, algunos toreros pero toreros de verdad fijaron su atención en el muchacho, preguntándole cómo marchaba de su herida. Después de este accidente ya no volvió a la tienda de su maestro. Sabía lo que eran los toros; su herida había servido para acrecentar su audacia. ¡Torero, nada más que torero!

Evidentemente, Juan Maury ni tenía en Río, ni hubiera tenido en parte alguna, el menor propósito de llamar la atención, y menos que por nada por adornos o perfiles que pueden comprarse en una tienda. Pero aún era muchacho y solía tener caprichos casi infantiles. Por uno, pues, había llamado la atención a pesar suyo.

¡La pregunta es boba! respondió el primer cautivo ; tantas puertas tiene como tiene casas, y tantas fuentes, que yo no las , y tantos pozos que no los he visto, y los trabajos que yo en él he pasado me han quitado la memoria de mismo; y si el señor alcalde quiere ir contra la caridad cristiana, recogeremos los cuartos y alzaremos la tienda, y a Dios aho, que tan buen pan hacen aquí como en Francia.

10 Y viendo todo el pueblo la columna de nube, que estaba a la puerta del tabernáculo, se levantaba todo el pueblo, cada uno a la puerta de su tienda y adoraba. 11 Y hablaba el SE

Puesto que el dependiente mayor, Antonio Cuadros, se había casado con Teresa, la criada, y por tener algunos ahorrillos pensaba establecerse, que se quedara con la tienda y con don Eugenio, que quería acabar su vida agarrado a ella como una lapa.

En la noche de aquel día, Octavio, un tanto preocupado con la aventura de la flor, que le dejara en la boca cierto sabor novelesco muy de su gusto, fué de tertulia á la tienda de D. Marcelino, donde casi nunca ponía los pies. Apenas le vió la niña, se dió á correr por las escaleras arriba como una cierva huída, y no pareció en toda la noche. Otro tanto sucedió en las tres ó cuatro siguientes.

El mundo eran para ella las gentes que pasaban por la calle, las que entraban en la tienda, y el rumor que se oía más a lo lejos, como bramido de ondas agitadas que arrojaban aquellas espumas hasta allí. Todo era el mismo mar, agua de la misma fuente.

Entonces, al modo que el general sitiador a quien es adversa la fortuna suspende el ataque y se encierra en su tienda, don Juan comenzó a filosofar, recurso de desgraciados, y le pareció que su pasado era ridículo; su presente, amarguísimo; su porvenir, incierto. El mal humor fue poco a poco convirtiéndosele en tristeza y ésta en melancolía.

Ramiro comió con dignidad, sin dejar que su semblante tradujera el bajo deleite de las entrañas; mientras el paje, en pie, junto a la silla, relataba su reciente aventura: A la hora en que los porteros duermen la siesta, se había dirigido a la tienda de Pedro Gil, en el Mercado Chico, diciendo que su amo, don Diego de Valderrábano, acababa de llegar de la sierra y mandaba en busca de tal y cual cosa para su plato, que cuanto antes se lo remitiesen porque venía con harta necesidad.