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18 Y Moisés hizo levantar el tabernáculo, y puso sus basas, y puso sus tablas, y puso sus barras, e hizo alzar sus columnas. 19 Y tendió la tienda sobre el tabernáculo, y puso el cobertor sobre el tabernáculo encima; como el SE

Sancho, que vio tanta gente en cueros, quedó pasmado, y más cuando vio hacer tienda con tanta priesa, que a él le pareció que todos los diablos andaban allí trabajando; pero esto todo fueron tortas y pan pintado para lo que ahora diré.

¡Conque en otra parte!... Y ¿cómo? ¿Se te figura a ti que estos cuatro cachivaches que uno tiene en casa van a producir más en otro lado, donde haya que pagar la tienda y hasta el agua que uno beba? Claro que no. Pero decía yo que si con esto que ya tenemos y, pinto el caso, un estanco que te sacara el general... en la villa....

Ambos establecimientos eran, al parecer, de un mismo dueño: el pequeño tenía una puerta a la calle y el grande dos. Es en la tienda de al lado dijo el buñuelero sin urbanidad ; pero se puede entrar por aquí. Pase usted, caballero.... Señá Nazaria, aquí preguntan por usted. Cuando la naranja se vuelva limón.

A eso de las cinco fue el misántropo a una tienda de la Plaza Mayor a ver las mantas granadinas con que quería obsequiar a sus amigos ingleses. Allí estuvo un cuarto de hora, y el tendero le propuso mandarle con Plácido lo mejor que tenía, para que escogiese. Ya era casi de noche, y valía más que el señor examinase de día el género. Así se convino y volviose a su casa.

Y Aquiles echó al suelo su cetro de oro, y se sentó, y dijo que no pelearía más a favor de los griegos con sus bravos mirmidones, y que se iba a su tienda.

Lo mismo funcionaba en la cocina que en el escritorio, y acabadita de poner la enorme sartén de migas para la cena o el calderón de patatas, pasaba a la tienda a que su marido la enterase de las facturas que acababa de recibir o de los avisos de letras. Cuidaba principalmente de que sus niñas no estuviesen ociosas.

En una palabra, disgustado al verse desairado, fastidiado de los escrúpulos y objeciones que se le oponían sin cesar, y ocupado, a más, por otro lado más agradablemente, retirose a su tienda definitivamente, de donde su mujer ni aun intentó sacarle. Sería un error creer que porque una mujer renuncie al amor de su marido en particular, deje por eso de amar en general.

Allí no hay mas aristocracia que la del trabajo; y como todos trabajan, todos se tienen por iguales y se tratan con una sencillez que permite la fusion de todas las clases sociales. Si el Catalan es esencialmente independiente y liberal, el artesano es mas. Un pobre tendero se cree soberano en su tienda, como el banquero en su escritorio y el batelero en su lancha.

Lo peor es que á Joseliyo se le orvió traernos unas aceitunitas ó unas ruedas de chorizo apuntó con calma Pepe de Chiclana. Los compadres rieron. ¡Ole por Pepe! ¡Lo mejor que se ha dicho en la tienda desde su fundación!